La coherencia
Autor: P. Sergio G. Román
Somos coherentes cuando, al actuar, nuestra voluntad está de acuerdo con nuestro entendimiento; cuando nuestros actos están de acuerdo con nuestros principios; cuando nuestras palabras van de acuerdo con la verdad.
¿Qué es?
Coherencia significa que se tiene “cohesión”, término que se usa en
física para significar la unión que se realiza entre dos substancias.
Coherencia significará, por lo tanto, la unión. En el caso particular de
los valores, podemos decir que somos coherentes cuando, al actuar,
nuestra voluntad está de acuerdo con nuestro entendimiento; cuando
nuestros actos están de acuerdo con nuestros principios; cuando nuestras
palabras van de acuerdo con la verdad.
¡Es importante ser coherentes!
Los niños aprenden lo que ven. Este es un principio pedagógico
incuestionable y plenamente comprobable con la simple observación de la
conducta de los pequeños. Por ello, los papás deben ser coherentes y
esforzarse para que sus actos estén de acuerdo con lo que enseñan a los
hijos. No es posible vivir dos morales, una apta sólo para adultos y
otra para niños.
“¿Por qué quieres ser adulto?”- le pregunté a un niño sabiendo que ellos
qu ieren ser mayores, y el niño contestó- “Para poder ver películas de
adultos como mi papá”.
Si a los niños les prohíben tomar café y refresco de cola porque son
malos para ellos, los papás deberían abstenerse de tomarlos también,
porque si lo hacen están invitando a sus hijos a hacerlo tan pronto como
ellos se sientan grandes.
¡Un mundo nos vigila!
Sin caer en la obsesión, los papás deben darse cuenta de que sus hijos
los ven constantemente ¡y los juzgan!, porque juzgar es un acto natural
del entendimiento. Si sus actos corresponden a las normas que a ellos
les exigen, crecerán ustedes como padres ante sus hijos; pero si se dan
licencias para actuar en contra de esas normas, sus hijos los
descalificarán como padres o, lo que es peor, aprenderán que hay una
doble moral, una para el que obedece y otra para el que manda.
Y no son solamente los hijos quienes los vigilan: San Pablo dice que
“somos espectáculo ante Dios, ante los ángeles y ante los ho mbres”.
La coherencia de nuestros actos y de nuestras palabras está sobre todo
en orden al testimonio ante los demás, pero acrecienta también la buena
opinión que de nosotros mismos tenemos, porque la conciencia es la
primera en echarnos en cara nuestras incoherencias.
Coherentes con nuestra fe
Así como es importante la coherencia de los papás ante sus hijos, es
importante la coherencia de todos aquellos que tenemos la misión de
guiar: políticos, policías, maestros, profesionales del micrófono,
sacerdotes y laicos comprometidos tenemos la obligación de ser
coherentes ante los que servimos.
¡Cuánto daño ha hecho a la Iglesia el mal testimonio de algunos
sacerdotes! El momento actual nos exige reforzar nuestra coherencia y
actuar siempre conformes al Evangelio que predicamos.
Ser o no ser
Históricamente somos los mexicanos un pueblo católico, pero también
hemos sido un pueblo católico perseguido y atacado. El catolicis mo
tiene muchos enemigos: todos aquellos que ven en nosotros un impedimento
para sus deseos. Pero, ¿no es cierto que nosotros mismos somos nuestros
peores enemigos? Cuando un católico actúa incoherentemente, traiciona y
agrede su propia fe.
¿Son católicos los diputados que en la Asamblea del Distrito Federal
votaron a favor del aborto? ¿Son católicos los narcotraficantes?, ¿Son
católicos los que venden pornografía? ¿Son católicos los que sobornan y
dan mordidas?
¡Ellos piensan que sí! ¡Eso es la incoherencia!
Si deseas ser coherente…
• No le pegues a tu hijo para castigarlo porque le pegó a su hermanito.
• No le apliques a tu cónyuge la “ley del hielo” si estás enseñando a
tus hijos a dialogar y a comprenderse.
• Si son católicos, eviten lo que los lleve a divorciarse.
• Si son católicos, cásense por la Iglesia.
• Si eres católico, no aceptes un noviazgo con una persona divorciada.
• Si eres católico, no caigas en la te ntación de acudir a brujos,
gurús, espiritualistas y santeros.
• Si eres católico, asiste a tu parroquia y colabora con ella.
• Si eres apóstol laico, no ataques a tu Iglesia, ni critiques ni
murmures.
• Si eres de los que van a Misa, que tu comportamiento corresponda al
que ha convivido con Cristo.
• Si eres religiosa, no discrimines, ni hagas acepción de personas, ni
des “pellizcos de monja”.
• Si eres sacerdote, por lo menos ¡sé educado!