Autor: P. Roberto De
Grandis
Oración de sanación por la familia
Hoy venimos a Ti, en nombre de cada una de las personas de nuestra familia.
¡Señor Jesús! Hoy venimos
a Ti, en nombre de cada una de las personas de nuestra familia.
Tú, en tus designios de amor por cada uno de nosotros,
nos has colocado en ella y nos has vinculado a cada una de las personas que la
componen.
En primer lugar, te queremos dar gracias de todo
corazón por cada uno de los miembros de mi familia, por todo el amor que he
recibido tuyo a través de ellos y te queremos alabar y glorificar porque nos
has colocado en ella.
A través de la familia y en la familia, tú nos has
dado la vida y has querido para nosotros que formemos un núcleo de amor.
Hoy, Señor, queremos que Tú pases con tu sanación por
cada uno de nosotros y realices tu obra de amor en cada uno de nosotros.
Y antes de nada, Señor, queremos pedirte perdón por
todas las faltas de amor que hayamos tenido en casa, por todas nuestras
indelicadezas, por todas nuestras faltas de comprensión, por no ser a veces
cauces de tu amor para ellos.
En primer lugar, Jesús, te pedimos que entres en el
corazón de cada uno y toques aquellas experiencias de nuestra vida que
necesiten ser sanadas.
Tú nos conoces mucho mejor que nosotros mismos; por lo
tanto, llena con tu amor todos los rincones de nuestro corazón. Donde quiera
que encuentres - el niño herido -, tócalo, consuélalo y pónlo en libertad.
Vuelve a recorrer nuestra vida, la vida de cada uno de nosotros, desde el
principio, desde el mismo momento de nuestra concepción.
Purifica las líneas hereditarias y líbranos de
aquellas cosas que puedan haber ejercido una influencia negativa en aquel
momento.
Bendícenos mientras íbamos fomándonos en el vientre de
nuestra madre y quita todas las trabas que puedan haber dificultado, durante
los meses de gestación, nuestro desarrollo en plenitud.
Danos un profundo deseo de querer nacer y sana
cualquier trauma tanto físico como emociona l que pudiera habernos dañado
durante nuestro nacimiento. ¡Gracias, Señor!, por estar ahí presente para
recibimos a cada uno de nosotros en tus brazos en el momento mismo de nuestro
nacimiento, para darnos la bienvenida a la tierra y asegurarnos que Tú nunca
nos faltarías ni nos abandonarías.
Jesús, te pedimos que rodees nuestra infancia con tu
luz y que toques aquellos recuerdos que nos impiden ser libres. Si lo que más
necesitamos cada uno fue más cariño maternal, mándanos a tu Madre, la Virgen
María, para que nos dé lo que nos falta. Pídele que nos abrace a cada uno, que
nos arrulle a cada uno, que nos cuente cuentos y llene el vacío que necesita
el calor y el consuelo que sólo una madre puede dar.
Quizá "el niño interior" siente la falta del amor del
padre. Señor Jesús, déjanos gritar con libertad, con todo nuestro ser: "¡Abba!,
¡papá! ¡Papaito!. Si necesitábamos alguno de nosotros más cariño paternal y la
seguridad de que nos deseaban, y nos amaban de ver dad, te pedimos que nos
levantes y nos hagas sentir la fuerza de tus brazos protectores.
Renueva nuestra confianza y danos el valor que
necesitamos para hacer frente a las adversidades de la vida, porque sabemos,
Padre nuestro, que tu amor nos levantará y nos ayudará si tropezamos y caemos.
Recorre nuestra vida, Señor, y consuélanos cuando otros nos trataban mal. Sana
las heridas de los encuentros que nos dejaron asustado, que nos hicieron
entrar en nosotros mismos y levantar barreras de defensa ante la gente.
Si alguno de nosotros se ha sentido solo, abandonado y
rechazado por la humanidad, concédenos por medio de tu amor que lo sana todo,
un nuevo sentido del valor de cada uno como persona.
¡Oh Jesús, nos presentamos en este día ante ti, toda
la familia y te pedimos que sanes nuestras relaciones, que sean unas
relaciones llenas de cariño, de comprensión y de ternura y que nuestra familia
se parezca a la tuya. Te pedimos, por intercesión de tu Madre, la Reina de la
Paz, que nuestros hogares sean lugares de paz, de armonía y donde realmente
experimentemos tu presencia.
¡Gracias, Señor!