AÑO
SACERDOTAL EN POESÍA |
Jesucristo
Honrar a Cristo Sacerdote con un día señalado puede tener como fruto espiritual para los sacerdotes mayor afianzamiento en la vocación para la que han sido elegidos, y para el pueblo cristiano mayor sensibilización de cara al gran misterio del Sacerdocio de Cristo y del sacerdocio “ministerial” que él ha otorgado a algunos miembros de la Iglesia. * * * El sacerdocio es, de algún modo, un hecho universal en las religiones. El hombre busca un mediador que facilite tener propicio a Dios. Esa experiencia honda del ser humano retratan las tres primeras estrofas de este himno. El hombres, consciente del pecado, busca, como sea, un agarradero, un hombre entre los hombres señalado por Dios. Buscamos a alguien en quien pueda yo descargar la carga de mi culpa, en quien halle paz que nadie me la robe, en quien pueda oír la palabra y oráculo de Dios y ver el semblante del Creador. ¿Adónde he de acudir, si entre los hombres no veo a ese a quien busco? Las tres estrofas posteriores nos muestran a Cristo Sacerdote. La Carta a los Hebreos – solo ella – llama a Cristo Sacerdote y propone una teología sacerdotal. De la Carta a los Hebreos tomamos esa terminología aplicada a Cristo: eterno, compasivo, Hermano. El sacerdocio de Jesús es para nosotros algo único: tú juntas en tu carne lo que nadie jamás pudo ofrecer al dar sus dones. En la doxología se habla de la reconciliación del universo y de la sangre de Jesús, términos que no son exclusivos del lenguaje sacerdotal, sino que pertenecen sin más a la comprensión del misterio cristiano (cf. p.e. 2Co 5,19; 1Jn 1,7).
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