El Santísimo Nombre de María II
12 de septiembre
Fortaleza en la batalla, Santo Nombre de María
Para el origen de esta fiesta recordemos algunas circunstancias
históricas. El año 1573, en agradecimiento a la batalla de Lepanto (7
octubre 1|571), S. Pío V instituyó la fiesta de Ntra. Sra. de la
Victoria, la Virgen del Rosario.
En 1684 Inocencio XI (beatificado por el
Papa Pío XII, el 7 de octubre de 1956) extendió a la Iglesia universal
la fiesta del Santísimo Nombre de María, en agradecimiento a la batalla
de Kahlenberg, junto a Viena (12 septiembre 1683, que había detenido la
invasión del Imperio otomano en Europa.
Desde la familia capuchina me place
recordar que un capuchino, hoy Beato Marcos de Aviano (2003), había sido
el animador espiritual de aquel combate, capitaneado por el rey de
Polonia Juan III Sobieski, con el apoyo del Papa. El padre Marcos de
Aviano era capellán del ejército imperial austriaco; tras la batalla
escribió al Papa que la liberación había sido “un milagro”.
“El 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen, antes de dar
comienzo a la marcha para dirigirse a la asediada capital, el padre
Marcos celebró la misa, en la que Sobieski hizo de acólito, ante todos
los jefes del ejército. Al terminar, escribe Sobieski, «nos dirigió una
exhortación extraordinaria... Nos hizo repetir con él muchas veces:
¡Jesús, María! ¡Jesús, María!». Después del acto de contrición, impartió
la bendición. El rito se repitió a la mañana siguiente, en el monte de
Kahlenberg que domina la ciudad de Viena. Y, después de haber
pronunciado nuevamente un encendido discurso y dada la bendición a las
tropas, se dio comienzo a la memorable batalla, que había de decidir la
suerte de la capital y cuyo resultado tendría incalculables
consecuencias para toda la cristiandad. La victoria fue total. Los
turcos fueron completamente arrollados, huyeron dejando en el campo de
batalla 10.000 muertos, frente a 2.000 de los cristianos. El padre
Marcos, que durante la batalla no había dejado de moverse entre la tropa
para animarla y bendecirla, tenía el corazón que le reventaba de
alegría” (Arturo M. de Carmignano di Brenta, o.f.m.cap., 13 de agosto
Beato Marcos de Aviano, 1631-1699).
Un cuadro del pintor polaco Jan Matejko (Pinacoteca Vaticana) recoge la
escena del triunfo con un primer plano de Sobieski y tras él el apóstol
capuchino.
Recordemos también que en la reforma del “Calendarium Romanum” (1969)
desaparece: “queda suprimida, pues parece ser un doble de la fiesta de
la Natividad de María” (p. 138).
Queda restablecida, ahora como memoria
libre, en el Missale Romanum (editio tertia), publicado en 2002. El
introito nos remite a la alabanza que el pueblo tributa a Judit
vencedora (Jdt 13,18-19); la antífona al Magníficat: “Me felicitarán
todas las generaciones” (Lc 1,48).
Los autores medievales han cantado el
nombre de María con resonancias semejantes a las del Nombre de Jesús.
Así San Antonio de Padua: “El nombre de María es una torre inexpugnable;
el pecador que se refugie junto a Ella se salvará. Nombre dulce que
reconforta al pecador; nombre de beata esperanza”. “Señora, tu nombre es
un suspiro del alma. Tu nombre es perfume de unción. Tu nombre es
alegría en el corazón, miel en la boca, melodía para los oídos”.
En la Orden capuchina – y también en otras
– ha habido costumbre de doblar con frecuencia el nombre propio con el
dulce nombre de María, como cubriéndose de un manto de honor, de un
escudo de protección, por ejemplo: Rufino María.
1. Fortaleza en la batalla,
Santo Nombre de María,
a la luz de tu mirada,
la victoria se esparcía.
2. Eras medalla y defensa
del pueblo que combatía
por la unidad de su fe
frente a otra hegemonía.
3. Nombre de Madre dulcísimo,
que más suave no cabría,
nombre de misericordia
y celestial ambrosía.
4. Nombre que un día aclamamos
en vibrante algarabía:
¡Viva la Virgen María,
causa de nuestra alegría!
5. Nombre en labios de la Iglesia
al rezar la letanía,
lleno de flor y colores
y amorosa poesía.
6. Nombre que hoy celebramos
como a Judit, la Judía:
¡Bendita, la más bendita,
Madre de Dios, Madre mía!
7. Protégenos desde el cielo,
Estandarte que nos guía,
y llévanos a tu Hijo,
final de la travesía.
8. A Jesús, el Heredero,
amor y pura latría,
con el Padre y el Espíritu,
hogar de santa María! Amén.
Puebla, 12 septiembre 2011.
|