Divina Pastora de
las almas
(Madre del Buen
Pastor)
Sábado anterior al
Domingo del Buen Pastor
Como el amor rompe las palabras, porque es el anhelo irresistible de lo
divino, no nos sorprenda que las sencillas gentes le hayan llamado a
María, Madre de Jesús, la Divina Pastora. Querían decir con ello,
simplemente, que Jesús es el Buen Pastor. Tan Buen pastor, tan amante de
su rebaño, que a su Divina Madre le ha confiado sus cuidados.
El Buen Pastor protege a
su rebaño, lo defiende, lo alimenta, lo conduce a claros manantiales, le
da el alimento de la vida eterna.
Y el Buen Pastor quiso
tener a su Madre junto a sí en esta obra de amor y redención.
Cuando cantamos a la buena
Pastora, a la Madre del Buen Pastor, estamos narrando un Evangelio
espiritual, estamos cantando la Canción del Buen Pastor, que dio su vida
por sus ovejas.
¡Oh Jesús, Buen Pastor,
condúcenos bajo tu suave cayado!
Noticia (25 abril 2010)
La fiesta de la Divina Pastora (que por rigor teológico hoy llamamos Madre
del Buen Pastor) fue aprobada canónicamente por el Papa Pío VI en 1795.
Nació con todo su colorido y su significación teológica en suelo andaluz,
y tuvo un eximio paladín en el predicador capuchino Fray Isidoro de
Sevilla. Luego fue llevada en estandarte por el Beato Diego José de Cádiz
y tantos misioneros capuchinos consagrados a predicar misiones populares
en la península y en América. Este Domingo del Buen Pastor (25 abril 2010)
será beatificado en Santa María del Mar, en Barcelona, por el cardenal
Tarsicio Bertone el capuchino catalán P. José Tous y Soler (1811-1871),
fundador de las Hermanas Capuchinas de la Divina Pastora (Capuchinas de la
Madre del Buen Pastor).
La audacia del amor
te ha revestido
con el campestre atuendo de Pastora,
María, dulce Madre que nos cuidas,
de Cristo, Buen Pastor, su servidora.
Acaso te digamos, al mirarte,
que eres bella en el campo y que enamoras;
la esposa amada, Pascua y Paraíso,
canción de amor de cuanto el hombre añora.
Mas eres, sobre todo, buena Madre,
la toda y siempre Madre, la Piadosa,
la que en la Cruz tomó bajo su manto
al hijo que Jesús te dio en su hora.
Asístenos, defiéndonos del malo,
oh siempre fiel, oh siempre vencedora,
amparo de tentados y caídos
que toda pena alivia y acomoda.
Oh Virgen misionera de sencillos,
llevada en estandarte cual Señora,
las flores brotarán en las praderas,
oh Madre del amor, consoladora.
¡Honor a Jesucristo que te hizo
reflejo de su amor y su corona,
en él se multiplique la alabanza,
al darnos tú su gracia redentora! Amén.
25 de abril de 2007.
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