Catecúmeno
EnciCato
“Catecúmeno” en la iglesia de los primeros tiempos, era el nombre aplicado a
quien no había sido todavía iniciado en los sagrados misterios, pero
experimentaba un curso de preparación para este propósito. La palabra aparece en
Gal. Vi, 6: “Dejen al que es instruido en la palabra, [ho katechoumenos, is qui
catechizatur] participarle a quien le instruye [ to katechounti, ei qui
cathechizat] de toda clase de bienes.” Otras acepciones del verbo katicksein
aparecen en I Cor., xiv,19; Lucas, i, 4; Hechos, xviii, 24.
I. Como la aceptación del Cristianismo implica la creencia en un cuerpo de
doctrina y la observancia de la Ley Divina (“enseñen, hagan discípulos,
preparados”; enseñándoles a guardar todo lo que yo he mandado a ustedes”, Mateo,
xxviii, 20), esta claro que alguna clase de instrucción preliminar debe haber
sido dada a los conversos. En el tiempo de los Apóstoles esto podría variar
según fueran Judíos o paganos, y era naturalmente simple en carácter y corto en
duración. Sin embargo, cuando las iglesias comenzaron a organizarse, la
instrucción y probidad serían más largas y más elaboradas. Así, desde la fecha
de la Epístola a los Gálatas (56-57?) nos encontramos con las menciones de
catequista y catecúmeno; pero no podemos deducir de esto que el sentido completo
de las denominaciones estaba ya en vigor. Era considerable el peligro de la
Apostasía, o aun la traición en tiempo de persecución, lo cual dio lugar a tomar
precauciones especiales para la admisión en la Iglesia. Para descartar este
peligro fue necesaria una cuidadosa preparación intelectual y moral: intelectual
para protegerse contra los argumentos de los filósofos paganos; moral, para dar
fuerza contra los tormentos de los perseguidores. Esta es la “prueba de fe más
preciosa que el oro que es probado al fuego” del cual S. Pedro habla (I P, i,
7). De ahí encontramos la primera Apología de S. Justino (c. Lxi, P.G. VI, 420),
una referencia distinta de la doble preparación y además de los más elaborados
ritos de iniciación: "Aquellos que están convencidos y creen en la verdad de
nuestras enseñanzas (didaskomena) y dicen empezar a vivir consecuentemente; son
enseñados a pedir, con el ayuno, la remisión de sus pecados; nosotros también
oramos y ayunamos con ellos. Entonces ellos son conducidos por nosotros a un
lugar donde hay agua, y son regenerados de la misma manera que hemos sido
regenerados", etc. Hacia el final del siglo II encontramos el catecumenado en la
fuerza de todas sus líneas principales. Tertuliano reprocha a los herejes
ignorándolos; en medio de ellos, él dice "no se sabe cuál es el catecúmeno y
cual el fiel, todos vienen a ser iguales [hacia los misterios], todos oyen los
mismos discursos y dicen las mismas oraciones" (quis catechumenus, quis fidelis
incertum est; pariter adeunt, pariter audiunt, pariter orant), " los Catecúmenos
son iniciados antes de que ellos sean instruidos" (ante sunt perfecti
catechumeni quam edocti.--"De Praeser."xli, P.L., II, 56). Poco después leemos
de Orígenes que estaba a cargo de la escuela catequética (tou tes katecheseos
didaskaleiou) de Alejandría (Euseb., Hist., Eccl., VI, iii) No es necesario
señalar nuevas autoridades para el tercero y cuarto siglo, tiempo en que el
catecumenado floreció en su forma completa. Durante los años de persecución la
necesidad de la institución fue realizada, y en los intervalos de paz las
disposiciones fueron más y más elaboradas. Sin embargo, cuando el Cristianismo
finalmente triunfó sobre el paganismo, las razones para conservar el
catecumenado se hicieron menos urgentes. La mayoría era nacido en familias
Cristianas, entonces eran criados en la Fe, y estaban fuera del peligro de caer
en el paganismo. Más adelante, con el desarrollo creciente de la doctrina de la
gracia y del pecado original, la práctica del bautismo precoz se hizo una regla.
Posteriormente, la conversión de los bárbaros excluyó la posibilidad de
someterlos a cualquier período prolongado de preparación. De ahí el catecumenado
gradualmente cayó en desuso, y simplemente ha dejado rastros en los ritos
existentes de bautismo y acogida en la Iglesia. De todos modos hasta ahora, una
especie informal de las viejas regulaciones debería ser observada en el caso de
adultos conversos.
II. Los catecúmenos fueron divididos en meros oyentes (audientes, akromeni) y
catecúmenos propiamente dichos; y en cada etapa había una preparación triple -
catequética, ascética, y litúrgica.
(1) Si un pagano deseaba hacerse un Cristiano recibiría alguna instrucción
elemental en las doctrinas fundamentales y las prácticas de la Iglesia (ver la
DOCTRINA CRISTIANA). Tenía que mostrar por su conducta que estaba consciente del
paso que estaba a punto de tomar. Hasta ahora, él estaba sólo en la etapa de
oyente, y no era contado como Cristiano en absoluto. Se le permitía estar
presente en la primera parte de la Misa, pero era retirado inmediatamente
después del sermón.
(2) Tan pronto como sus instructores estuvieran satisfechos de su deseo de
perseverar, el oyente era promovido a la jerarquía de catecúmeno. Él ahora tenía
el derecho a ser llamado Cristiano, aunque él no fuera considerado como uno de
los "fieles". ¿" Pregunte a un hombre, ' usted es Cristiano? ' Él contesta,
"No", si él es un pagano o un judío. ¿Pero si él dice 'Sí', se pregunta otra
vez, ' usted es un catecúmeno o un fiel? ' " (San Aug, " In Joan. ", xliv, 2,
P.L., XXXV, 1714). En los primeros años los ritos de admisión al catecumenado
eran bastante simples, pero con el transcurso del tiempo se hicieron más
complejos. Al principio los candidatos simplemente eran signados sobre la frente
con el signo de la cruz, o le eran impuestas las manos con oraciones apropiadas;
y a veces ambas ceremonias fueron usadas. Así San Agustín en su modelo de una
instrucción para un oyente dice: " Debería ser preguntado si él cree lo que él
ha oído, y si está listo para observarlo. Si él contesta afirmativamente él
debiese ser solemnemente signado y tratado según la costumbre de la Iglesia " (solemniter
signandus est et ecclesiae más tractandus. - De Cat. Rud., xxvi, P.L., XL, 344).
Eusebio menciona la imposición de manos y oración (Vita Constantini, iv. 61, P.G.,
XX, 1213). Entre los Latinos, y sobre todo en Roma, la insuflación acompañada
con una forma de exorcismo y colocando en la boca un poco de sal exorcizada, fue
empleada en adición a la signación con la cruz y la imposición de manos. Otros
ritos eran la apertura de los oídos (Marcos, vii, 34) y la unción. Mirar Martène,
" de Antiquis Ecclesiae Ritibus " (Rouen, 1700), Yo, donde varios ordines
fasciendum Christianum, o catechumenum, son dadas; Chardon, " Hist. des
Sacrements ", en Migne " Theol. Cursus Completus ", París, 1874, XX, 31 sqq.,
149 sqq.
Los catecúmenos cuando estaban presentes en la Misa no eran retirados con los
oyentes, pero eran detenidos mientras una oración especial era recitada sobre
ellos. Ellos luego también eran retirados antes de que la Misa de los Fieles
comenzara. La instrucción que recibían está descrita en el artículo de la
DOCTRINA CRISTIANA . En cuanto a su estilo de vida tuvieron que abstenerse de
todas las prácticas inmorales y paganas, y dar la prueba por su virtud y
trabajos de penitencia que eran dignos de comenzar una preparación más inmediata
al bautismo. La duración de esta etapa no fue fijada. En general esto duró un
tiempo suficiente para probar las disposiciones del catecúmeno. El Consejo de
Elvira alude las costumbres de hacerlo luego de los dos años y el derecho civil
lo fijó así (Justiniano, Novel. cxliv). Pero las causas que en última instancia
condujeron a la abolición del catecumenado (ven arriba) tendieron también a
acortarlo. Así el Consejo de Agde (506) permitió hasta judíos (con respeto a
quienes requirieron especial precaución) recibir el bautismo después de una
preparación de ocho meses; y más tarde San Gregorio redujo el término hasta
cuarenta días. Por otro lado la duración del catecumenado podría ser ampliada, y
podrían devolver al catecúmeno a la categoría de los audientes, si él fuera
culpable de crímenes graves (el quinto Canon de Neocesarea, el decimocuarto
Canon de Nicea). Lo que parece extraordinario a nuestras concepciones modernas
es que los mismos catecúmenos posponen sus bautismos muchos años, a veces hasta
su última enfermedad. Constantino el Grande es un ejemplo de esta tardanza
extrema. San Ambrosio, San Basilio, San Gregorio Nacianceno, y San Juan
Crisóstomo no fueron bautizados hasta después de su trigésimo año. Una pregunta
muy discutida era el destino de los que murieron en esta etapa. Como hemos
visto, ellos fueron considerados como Cristianos, pero no como parte de los
“fieles", porque las aguas purificadoras del bautismo no habían sido vertidas
sobre sus almas. San Gregorio describe su terror durante una tormenta en el mar
no sea que pueda ser llevado sin bautizo (Carmen de Vita Sua, 324, sqq., P.G.
XXXVII, 994). De todas maneras, San Ambrosio no tiene dudas sobre la salvación
de Valentino El Joven , quien había pedido el bautismo, sin embargo, había
muerto antes que el santo pudiera alcanzarlo ("De Obitu Valentini.", n. 51, P.L.
XVI, 1374). Desde entonces tradicionalmente se ha enseñado que el bautismo no
concluido pudiera ser suplido por la intención. Esto fue especialmente mantenido
con respeto para aquellos quienes estuvieran en la última etapa de la
preparación inmediata, que es actualmente descrita. Sobre la totalidad de este
planteamiento ver Franzelin, "De Ecclesia" (Rome, 1887), 414 sqq.
(3) Cuando los catecúmenos hubieran completado esta etapa de preparación y
prueba, sus nombres eran inscritos entre los competentes; i.e. quienes pasaran a
ser bautizados. Los Griegos los llaman photizomenoi. Esto debería significar que
ellos serían iluminados en los misterios de fe; o, más probablemente, que ellos
estarían siendo bautizados, para los Griegos comúnmente se habla del bautismo
como “iluminación” (cf. Heb., vi, 4; x, 32). En esta etapa avanzada ellos eran
ocasionalmente llamados fideles por anticipación. Cuaresma era el tiempo cuando
la triple preparación –instructiva, ascética, y litúrgica – era llevada a cabo.
La preparación ascética era severa. La oración y el ayuno naturalmente formaba
parte de ella, pero los competentes eran además exhortados a guardar silencio
tanto como les fuera posible y, si eran casados, a observar la continencia. (St.
06Justin, "Apol.", lxi, P.G., VI, 420; St. Cyril of Jerusalem, Cat., I, sub
fin.,P.G., XXXIII, col.376; St. August., "De Fide et Op.", ix, P.L. XL, 205). La
confesión era también ordenada (Tertuliano, "De Bapt.", xx, P.L. I, . 1222 donde
señala Matt., iii, 6: "Ellos eran bautizados, confesando sus pecados". Ver
también San. Cirilo, ib.; Eusebio, "Vita Const., iv, 61). La instrucción dada en
esta oportunidad está descrita en el artículo DOCTRINA CRISTIANA, donde un
recuento de las “catequesis” de San Cirilo será encontrado.
Los ritos correspondientes con esta etapa eran complejos. Se han preservado un
número considerable de ellos en la primera parte del ordo del bautismo, y además
trazos en la Misa Latina, especialmente en la misa del miércoles de la cuarta
semana. Esta asamblea era denominada “escrutinio” (examinación y presentación de
los candidatos) , y eran siete en número. En el primer escrutinio los candidatos
daban sus nombres. Luego de la colecta de la Misa, y antes de las lecciones, la
ceremonia del exorcismo era practicada sobre ellos. Esto era realizado en todos
los escrutinios excepto en el último, por los exorcistas, y luego el sacerdote
los signaba con la cruz y extendía sus manos sobre ellos. Es interesante saber
que las palabras empleadas actualmente en el bautismo “"Ergo, maledicte diabole",
etc. pertenecían al exorcismo, y las palabras "Aeternam ac justissimam pietatem"
etc. pertenecían a la imposición de las manos. El tercer escrutinio era de un
carácter especialmente solemne, sucedido esto, los candidatos recibían el
Evangelio, el Símbolo, (Credo), y el Padre Nuestro. Cada uno de éstos iba
acompañado por una corta explicación. Por ejemplo, San Agustín ha dejado cuatro
sermones (lvi-lix) "De Oratione Domenica ad competentes" (P.L., XXXVIII, 377 sqq.),
y tres para la entrega del Símbolo (ibid., 1058 sqq.). En nuestra presente Misa
del miércoles de la cuarta semana de la Cuaresma tiene una lección adicionada a
la Epístola ordinaria, o mejor dicho lección. La fórmula es tomada del trigésimo
sexto capítulo de Ezequiel, el final del decimoquinto de Isaías; y ambos (junto
con el Prefacio y los dos Graduales, y el Evangelio, la sanación del hombre
ciego de nacimiento, Juan ix) tienen obvias referencias con el “gran
escrutinio”. El séptimo escrutinio tomó lugar el Sábado Santo, fuera de la Misa,
como es de saberse no había formalmente Misa para ese dia. El mismo sacerdote
practicaba la ceremonia del exorcismo y del Ephepheta (Marcos, vii),. Luego
continuaban la unción sobre el pecho y la espalda. Los candidatos pronunciaban
la triple renuncia a Satanás y recitaban el Credo. La actual iniciación,
(bautismo, confirmación y comunión) tomó lugar en la Misa Pascual, en la cual
los neófitos asistían por primera vez , siendo ahora ya no meros catecúmenos.
Pero hasta el Domingo después de la Pascua eran considerados como “niños”,
recibían instrucción adelantada, especialmente en los sacramentos que habían
sido conferidos sobre ellos recientemente. (ver DOCTRINA CRISTIANA) Finalmente,
en el Domingo In Albis (Dominica in Albis depositis) cuando el Prefacio de la
Misa habla de las “nuevas criaturas” (I Pet., ii, 2), ellos se despojaban de sus
envestiduras blancas, y eran a partir de ese momento contados regularmente entre
los “fieles”
Funk (ed.), Didache, (Tuebingen , 1887); San. Justino, Apol. I in P.G. Vi, 328
sqq; Tertuliano, De Baptismo, P.L. I, 1197 sqq.; San. Cirilo of Jerusalén,
Catecheses, P.G. XXXIII, 369, sqq.; San. Agustin, De Catech. Rudibus, P.L., XL,
309, Sermones ad competentes, lvi-lix, P.L. XXXVIII, 377, sqq.; In Traditione et
Redditione Symboli, P.L. XXXVIII, 1058, sqq.; Martene, De Antiquis Ecclesiae
Ritibus (Rouen, 1700), tom. I, 29, sqq.; Chardon, Hist. de Sacrements in Migne,
Cursus Theologiae Completus, XX; Duchesne, Origenes de cult chretien (Paris,
1898), IX; Thurston, Lent and Holy Week, (London, 1904), 169, sqq.; Kuepper in
Kircheniex., s.v. Katechumenat; Bareille in Dict. de theol. cath., s.v.
Catechumenat.
T.B. SCANNELL
Traducido por Gustavo A. Carrillo L.