Sindicalismo
EnciCato
El término sindicalismo se deriva del francés syndicats, asociaciones de
trabajadores que reúnen miembros del mismo oficio o industria para el
adelantamiento de intereses económicos comunes. Por lo tanto, el sindicalismo
debería ser sinónimo de Unionismo Industrial o de Comercio; pero como el
“Socialismo”, la palabra a llegado ha usarse casi exclusivamente en un sentido
limitado e implica los principios expresados en la teoría y la práctica por los
sindicatos franceses unidos en la Confédération Générale du Travail
(Confederación General del Trabajo). Tres influencias se han combinado en la
formación de este nuevo sistema: unionismo revolucionario, Anarquismo y
Socialismo. Las teorías de Proudhon unidas a las de Marx y Bakounine son
combinadas aquí en una nueva forma de agitación industrial, la cual ha recibido
el nombre de “acción directa”. No ha habido adaptación científica o
significativa de las diferentes doctrinas.
La simple cooperación en los mismos sindicatos por seguidores de estos
usualmente antagonistas líderes ha traído gradualmente un acuerdo sobre
principios fundamentales de acción revolucionaria a los cuales todos podrían
suscribirse, mientras que la libre divergencia de opinión puede todavía
encontrar su expresión individual fuera del movimiento sindicalista.
Mientras el sindicalismo sólo recientemente se ha forzado a sí mismo por salir a
la luz pública, no es nuevo en sus doctrinas, las cuales han sido aceptadas casi
totalmente por la vieja “Internacional” de Paepe, Marx, y Bakounine. Cuando esta
fue suprimida durante el periodo revolucionario de 1870-71, los sindicatos
actuales se fueron construyendo gradualmente, y después de incontables
vicisitudes, los elementos Socialistas y Anarquistas fueron por fin consolidados
en la Confédération Générale du Travail.
El principal objetivo del sindicalismo revolucionario es común al de los
diferentes grupos de los cuales se compone y consiste en la destrucción del
orden de la sociedad existente, la expropiación y abolición del capital, y la
eliminación de todo el sistema de salarios. Su doctrina básica es la enseñanza
de la lucha de clases, mientras, al igual que el Socialismo y el Anarquismo, ve
en el patriotismo uno de sus peores enemigos.
El Estado debe ser violentamente combatido, aún cuando promulgue medidas
benéficas para el trabajador, ya que se cree que todas las reformas son un
engaño a menos que sean forzadas por los mismos trabajadores sindicalitas. Hay
sólo dos divisiones de la humanidad, los empleadores y los empleados, y todo lo
que pueda fomentar resentimiento y desacuerdo entre estas dos divisiones es un
triunfo para el trabajador.
Todo esto es pura doctrina Marxista. El método por el cual el Sindicalismo
revolucionario conseguiría su propósito se conoce como acción directa, es decir,
el rechazo absoluto de todas las influencias intermedias entre el trabajador y
su proyectada revolución. Rechaza la política y la actividad parlamentaria,
repudia el intelectualismo, y se rehúsa a emplear cualquier agencia con
excepción del mismo trabajador. Aunque la acción directa por sí misma no implica
violencia, se considera que el empleo de la fuerza física es inseparable de su
aplicación exitosa.
La manera particular en la cual la acción directa encuentra su adecuada
expresión es la huelga general. Cada huelga asume la naturaleza de una
escaramuza que precede la gran batalla y se convierte en un fin en sí misma
independientemente de su éxito o fracaso. Hace un llamado al apoyo de toda la
clase trabajadora, y entre más severo sea el conflicto más grande la conciencia
de clases que se desarrolla.
La culminación de estos conflictos menores sería la gran batalla que se ha
propuesto como el objetivo inmediato del Sindicalismo, la huelga general. Está
idea ya ha sido claramente formulada por la “Internacional”. El éxito por el
voto es considerado ilusorio debido a su desmoralizante influencia sobre los
líderes, si bien el bloqueo de las calles y las peleas parecen inútiles frente a
los armamentos modernos.
Por lo tanto, nada le queda al trabajador excepto la huelga general de todas las
industrias al mismo tiempo. Esto distribuiría al ejército sobre cada zona de
todo el país y lo rendiría indefenso. De esta manera, los sectores de negocios e
industriales de las ciudades caerían en posesión de los sindicatos, quienes
están en la actualidad para ser preparados por la educación y la clase moral
para tomar control instantáneo y exitoso de todas las empresas productivas. La
lucha en sí misma sería breve, pero intensa.
Dos teorías especiales están conectadas con la huelga general. Son conocidas
como las teorías del mito y la minoría. Los sindicalistas son sólo una pequeña
porción de los trabajadores franceses y sin recursos financieros para mantener
una huelga prolongada. Para responder a las dificultades que naturalmente trae
esta condición, se enseña que su escasez de recursos engendrará un espíritu de
temeridad, mientras que su educación revolucionaria infundirá entusiasmo entre
los camaradas, en cuyos líderes ellos están destinados a convertirse.
De esta manera, la minoría “conciente o valiente” será suficiente para la
victoria. La segunda teoría fue propuesta primeramente por Sorel en sus "Réflexions
sur la violence" (Reflexiones sobre la violencia). Él define los mitos como
“combinaciones artificiales inventadas para dar la apariencia de realidad a
esperanzas que inspiran a los hombres en su actividad actual”. Tal mito, dice
él, fue para los primeros cristianos la segunda venida de Cristo y el reino de
los Cielos; tal mito, para los sindicalistas revolucionarios, es el de la huelga
general, la cual no tiene objetivo real en el presente.
Hasta ahora, hemos hablado deliberadamente del sindicalismo “revolucionario”, ya
que hay igualmente un elemento “reformista” dentro del movimiento sindicalista,
o como es llamado más apropiadamente, un grupo “revolucionario reformista”. Este
consiste en una cierta porción de los seguidores socialistas, cuyo objetivo
último es idéntico al de sus camaradas, la huelga general y la revolución
social; pero que se oponen a la práctica de la violencia, como inoportuna, y por
la misma razón ejercen igualmente mayor precaución al tratar con otras
cuestiones críticas, como el patriotismo y el militarismo.
Ellos creen, igualmente, en asegurar un estatus financiero estable para el
sindicato y en pelear por reformas actuales. Estas reformas, sin embargo, deben
entenderse en un sentido sindicalista y socialista puro. Nada que no debilite
realmente a la clase capitalista y la prepare para su destrucción tiene valor
alguno; mientras que ninguna concesión que nunca pueda ser ganada, es
considerada como final.
Es difícil comprobar la fuerza exacta de este elemento reformista. Aunque no es
de ninguna manera insignificante; sin embargo, hasta ahora la Confédération
Générale du Travail ha navegado bajo colores exclusivamente revolucionarios. El
objetivo final del sindicalismo, hasta donde se pude asegurar, es el
establecimiento de un “federalismo económico” en el cual las Bourses du Travail,
o Bolsas de Trabajo, que están afiliadas a la Confédération Générale du Travail,
han de jugar un papel muy importante.
Los elementos de la sociedad serían los sindicatos unidos en las federaciones de
comercio, las cuales a su vez serían centralizadas in la confederación general.
El pensamiento supremo del presente es, sin embargo, la huelga general, y los
sindicatos unidos por este propósito son conocidos como los syndicates rouges
(sindicatos rojos) a diferencia de los sindicats jaunes (sindicatos amarillos),
quienes se oponen al sindicalismo y favorecen la huelga sólo como medida
extrema.
Hasta ahora el término sindicalismo no ha sido aplicado oficialmente a ninguna
de las asociaciones de trabajadores en Estados Unidos; sin embargo, el
movimiento por sí mismo existe en la organización de “Industrial Workers of the
World” (Trabajadores Industriales del Mundo) y es también ampliamente debatido
bajo la forma de unión industrial por líderes socialistas americanos. En
Inglaterra un fuerte movimiento sindicalista ha surgido desde 1910, en ese año
Tom Mann publicó el primer número de “The Industrial Syndicalist” (El
Sindicalista Industrial). Debido a que los socialistas radicales fueron
obligados a crear una nueva unión de trabajo en los Estados Unidos, sus
compañeros en Inglaterra se han esforzado por desarrollar las uniones existentes
encaminándolas hacia la solidaridad y la “acción directa”.
LEVINE, The Labour Movement in France (New York, 1912) ; CLAY, Syndicalism and
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JOSEPH HUSSLEIN.
Transcrito por Douglas J. Potter
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús
Traducido por Mauricio Acosta Rojas