Sócrates
EnciCato
Filósofo griego y reformador educativo del siglo quinto a. C.; nacido en Atenas,
en el año 469 a. C.; murió allí el 399 a. C. Luego de haber recibido la
educación ateniense normal en música (que incluía literatura), geometría, y
gimnasia, practicó un tiempo arte de escultor, trabajando, según se dice, en el
taller de su padre. Advertido, como él mismo nos dice, por un llamado divino,
renunció a su ocupación con la finalidad de consagrar su vida a la reforma moral
e intelectual de sus conciudadanos. Él creía que estaba destinado a convertirse
en "una especie de tábano" del Estado Ateniense. Se consagró a sí mismo a esta
misión con un celo extraordinario y sencillez de propósito. Nunca dejó la ciudad
de Atenas excepto en dos ocasiones, una fue la campaña de Potidea y Delium, y la
otra un festival público religioso. En su trabajo como reformador encontró,
aunque se le puede acusar de haberlo provocado, una oposición entre los Sofistas
y sus amigos influyentes. Él fue el profesor más poco convencional y con el
menor tacto. Le agradaba asumir todo tipo de amaneramientos toscos en incluso
vulgares, y sacudía a propósito las más refinadas sensibilidades de sus
conciudadanos. La oposición contra él culminó en acusaciones formales de
impiedad y subversión de las tradiciones morales existentes. Enfrentó estas
acusaciones con un espíritu de desafío y, lejos de defenderse, provocó a sus
oponentes a través de un discurso en presencia de sus jueces en el que aseguró
su inocencia de cualquier fechoría, y se negó a retractarse o disculparse de
cualquier cosa que haya dicho o hecho. Fue condenado a beber la cicuta y, cuando
llegó el tiempo, enfrentó su destino con calma y dignidad, lo que le valió un
lugar elevado entre aquellos que sufrieron injustamente por la búsqueda de la
conciencia. Fue un hombre de gran seriedad moral, y ejemplificó en su propia
vida algunas de las más nobles virtudes morales. Al mismo tiempo no superó el
nivel moral de sus contemporáneos en todo aspecto, y los apologistas cristianos
no tienen problemas en refutar el debate en que se le compara a los santos
cristianos. Sus frecuentes alusiones a una "voz divina" inspiradora en los
momentos críticos de su carrera son, quizás, mejor explicados diciendo que son
simplemente su manera particular de hablar acerca de los dictados de su
conciencia. Esto implica necesariamente una condición patológica de su mente, ni
una creencia supersticiosa en la existencia de un "demonio familiar".
Sócrates fue, obre todas las cosas, un reformador. Estaba alarmado por la
condición de los asuntos de Atenas, condición de la que estaba, quizás, en lo
cierto al atribuírsela a los Sofistas. Ellos enseñaban que no existía una pauta
objetiva de lo verdadero y lo falso, que es verdadero lo que parece verdadero y
que es falso lo que parece falso. Sócrates consideraba que este escepticismo
teórico conducía inevitablemente a una anarquía moral. Si es verdadero lo que
parece ser verdadero, entonces es bueno, decía, lo que parece bueno. Hasta este
tomo la moral no era enseñada por principios científicamente comprobados, sino
por ejemplos, proverbios, y apotegmas. Él emprendió, pues, primero la tarea de
determinar las condiciones de la validez universal de los principios morales una
ciencia del comportamiento humano. El auto-conocimiento es el punto de partida,
porque, él creía, la mayor fuente de la confusión predominante era la falta de
reconocimiento de cuán poco sabemos de cualquier cosa, en el verdadero sentido
de la palabra conocer. El hombre del estado, el orador, el poeta, piensan que
saben mucho de lo que es coraje; porque hablan de él como noble, loable,
hermoso, etc. Pero son realmente ignorantes de él hasta que conocen que es, en
otras palabras, hasta que no saben su definición. El significado definitivo,
pues, para ser relacionado a la máxima "conócete a ti mismo" es "descubrir la
magnitud de tu propia ignorancia".
Consecuentemente, el método socrático de enseñanza incluye dos etapas, la
negativa y la positiva. En la etapa negativa, Sócrates, acercándose a su futuro
discípulo en una actitud de supuesta ignorancia, empezaría a preguntar una
pregunta, aparentemente para su propia información. Continuaría con otras
preguntas, hasta que su interlocutor se viera obligado a confesar su ignorancia
sobre el tema en discusión. Debido a la supuesta deferencia con la que Sócrates
pagaba a la superior inteligencia de su discípulo, a esta etapa del método se le
conocía como "la ironía de Sócrates". En la etapa positiva del método, una vez
que el discípulo ha reconocido su ignorancia, Sócrates procedería a otra serie
de preguntas, cada una de las cuales sacarían a la luz alguna fase o aspecto del
tema, para que al final las respuestas fueran recopiladas en un informe genera,
ese informe, expresaba el concepto del tema, o la definición. El conocimiento
por conceptos, o el conocimiento por definición, es el objetivo, pues, del
método socrático. El proceso en su totalidad fue llamado "Heurístico", porque
era un método para encontrar, y contrariamente al "Erístico", que es el método
de contienda, o debate. El conocimiento por conceptos es certero, pensaba
Sócrates, y ofrece un fundamento firme para la estructura no sólo del
conocimiento teórico, sino también de los principios morales, y la ciencia del
comportamiento humano, Sócrates llegó a sostener que todo comportamiento bueno
depende del conocimiento, que no sólo la definición de una virtud nos ayuda a
adquirirla, sino que la definición de una virtud es una virtud. Un hombre que
puede definir justicia es justo, y, en general, el discernimiento teórico de los
principios del comportamiento es idéntico a la excelencia moral del
comportamiento; sabiduría es virtud. Contrariamente, la ignorancia es un vicio,
y nadie puede sabiamente hacer el mal. Estos principios son, por supuesto
parcialmente verdaderos. Su formulación, sin embargo, para esa época era de una
gran importancia, porque marcaba el principio de un intento por construir sobre
principios universales la ciencia del comportamiento humano.
Sócrates dedicó poca atención a las interrogantes de física y cosmología.
Incluso no ocultó su desprecio por estas interrogantes cuando las comparaba con
interrogantes íntimamente ligadas al hombre, su naturaleza y su destino. Sin
embargo, estaba interesado en la interrogante de la existencia de Dios y
formulaba una demostración de diseño que fue posteriormente conocida como la
"demostración teológica" para la existencia de Dios. "Cualquier cosa que exista
para un propósito útil debe ser el producto de una inteligencia" es la mayor
premisa de la demostración de Sócrates, y puede decirse que es la mayor premisa,
explícita o implícita, de cada demostración teológica formulada desde su tiempo.
Sócrates estaba profundamente convencido de la inmortalidad del alma, a pesar de
que en su diálogo a sus jueces él discute en contra del miedo a la muerte de tal
manera que aparentemente ofrece dos alternativas: "O con la muerte se acaba
todo, o es el comienzo de una vida feliz." Su convicción real era que el alma
sobrevive y el cuerpo no, a menos que estemos desorientados por nuestras
autoridades, Platón y Xenofón. En la ausencia de fuentes primarias Sócrates,
aparentemente, nunca escribió nada --nos vemos obligados a confiar en estos
escritores y en algunas pocas referencias de Aristóteles en nuestro conocimiento
de lo que Sócrates enseñó. La representación gráfica de Sócrates que hace Platón
es idealista; sin embargo, cuando lo confrontamos con la visión más práctica de
Xenofón con respecto a la enseñanza de Sócrates, el resultado no puede estar muy
alejado de la histórica realidad.
WILLIAM TURNER
Transcrito por Michael Murphy y Patrick Swain
Traducido por Armando Llaza Corrales