¿Es posible la autocreación?
El
big bang y la autocreación del universo son dos cosas bien distintas.
La
teoría del big bang, como tal, resulta perfectamente conciliable con la
existencia de Dios. Sin embargo, a la teoría de la autocreación -que sostiene,
mediante explicaciones más o menos ingeniosas, que el universo se ha creado él
solo a sí mismo, y de la nada-, habría que objetar dos cosas: primero, que
desde el momento que se hablara de creación partiendo de la nada, estaríamos
ya fuera del método científico, puesto que la nada no existe y por tanto no se
le puede aplicar el método científico; y segundo, que hace falta mucha fe para
pensar que una masa de materia o de energía se pueda haber creado a sí misma.
Tanta
fe parece hacer falta, que el mismo Jean Rostand -por citar a un científico de
reconocida autoridad mundial en esta materia y, al tiempo, poco sospechoso de
simpatía por la fe católica-, ha llegado a decir que la teoría de la
autocreación es "un cuento de hadas para personas mayores". Afirmación
que André Frossard remarca irónicamente diciendo que "hay que admitir que
hay personas adultas que no son más exigentes que los niños respecto a los
cuentos de hadas".
"Las partículas originales -continúa con su ironía el pensador francés-, sin impulso ni dirección exteriores, comenzaron a asociarse, a combinarse aleatoriamente entre ellas para pasar de los quáseres a los átomos, y de los átomos a moléculas de arquitectura cada vez más complicada y diversa, hasta producir, después de miles de millones de años de esfuerzos incesantes, un profesor de astrofísica con gafas y bigote. Es el ¡no va más! de las maravillas. La doctrina de la creación no pedía más que un solo milagro de Dios. La de la autocreación del mundo exige un milagro cada décima de segundo."
La
doctrina de la autocreación exige un milagro continuo, universal, y sin autor.
Rafael
Ordóñez Ruiz
MARLUQUEDI@terra.es