La Navidad
Fuente:
Vatican.va
Autor: Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos
La Novena de Navidad
103. La Novena de Navidad nació para comunicar a los fieles las riquezas de una
Liturgia a la cual no tenían fácil acceso. La novena navideña ha desempeñado una
función valiosa y la puede continuar desempeñando. Sin embargo en nuestros días,
en los que se ha facilitado la participación del pueblo en las celebraciones
litúrgicas, sería deseable que en los días 17 al 23 de Diciembre se solemnizara
la celebración de las Vísperas con las "antífonas mayores" y se invitara a
participar a los fieles. Esta celebración, antes o después de la cual podrían
tener lugar algunos de los elementos especialmente queridos por la piedad
popular, sería una excelente "novena de Navidad" plenamente litúrgica y atenta a
las exigencias de la piedad popular. En la celebración de las Vísperas se pueden
desarrollar algunos elementos, tal como está previsto (p. ej. homilía, uso del
incienso, adaptación de las preces).
El Nacimiento
104. Como es bien sabido, además de las representaciones del pesebre de Belén,
que existían desde la antigüedad en las iglesias, a partir del siglo XIII se
difundió la costumbre de preparar pequeños nacimientos en las habitaciones de la
casa, sin duda por influencia del "nacimiento" construido en Greccio por San
Francisco de Asís, en el año 1223. La preparación de los mismos (en la cual
participan especialmente los niños) se convierte en una ocasión para que los
miembros de la familia entren en contacto con el misterio de la Navidad, y para
que se recojan en un momento de oración o de lectura de las páginas bíblicas
referidas al episodio del nacimiento de Jesús.
La piedad popular y el espíritu del Adviento
105. La piedad popular, a causa de su comprensión intuitiva del misterio
cristiano, puede contribuir eficazmente a salvaguardar algunos de los valores
del Adviento, amenazados por la costumbre de convertir la preparación a la
Navidad en una "operación comercial", llena de propuestas vacías, procedentes de
una sociedad consumista.
La piedad popular percibe que no se puede celebrar el Nacimiento de Señor si no
es en un clima de sobriedad y de sencillez alegre, y con una actitud de
solidaridad para con los pobres y marginados; la espera del nacimiento del
Salvador la hace sensible al valor de la vida y al deber de respetarla y
protegerla desde su concepción; intuye también que no se puede celebrar con
coherencia el nacimiento del que "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21)
sin un esfuerzo para eliminar de sí el mal del pecado, viviendo en la vigilante
espera del que volverá al final de los tiempos.
En el tiempo de Navidad
106. En el tiempo de Navidad, la Iglesia celebra el misterio de la manifestación
del Señor: su humilde nacimiento en Belén, anunciado a los pastores, primicia de
Israel que acoge al Salvador; la manifestación a los Magos, "venidos de Oriente"
(Mt 2,1), primicia de los gentiles, que en Jesús recién nacido reconocen y
adoran al Cristo Mesías; la teofanía en el río Jordán, donde Jesús fue
proclamado por el Padre "hijo predilecto" (Mt 3,17) y comienza públicamente su
ministerio mesiánico; el signo realizado en Caná, con el que Jesús "manifestó su
gloria y sus discípulos creyeron en él" (Jn 2,11).
107. Durante el tiempo navideño, además de estas celebraciones, que muestran su
sentido esencial, tienen lugar otras que están íntimamente relacionadas con el
misterio de la manifestación del Señor: el martirio de los Santos Inocentes (28
de Diciembre), cuya sangre fue derramada a causa del odio a Jesús y del rechazo
de su reino por parte de Herodes; la memoria del Nombre de Jesús, el 3 de Enero;
la fiesta de la Sagrada Familia (domingo dentro de la octava), en la que se
celebra el santo núcleo familiar en el que "Jesús crecía en sabiduría, edad y
gracia ante Dios y antes los hombres" (Lc 2, 52); la solemnidad del 1 de Enero,
memoria importante de la maternidad divina, virginal y salvífica de María; y,
aunque fuera ya de los límites del tiempo navideño, la fiesta de la Presentación
del Señor (2 de Febrero), celebración del encuentro del Mesías con su pueblo,
representado en Simeón y Ana, y ocasión de la profecía mesiánica de Simeón.
108. Gran parte del rico y complejo misterio de la manifestación del Señor
encuentra amplio eco y expresiones propias en la piedad popular. Esta muestra
una atención particular a los acontecimientos de la infancia del Salvador, en
los que se ha manifestado su amor por nosotros. La piedad popular capta de un
modo intuitivo:
- el valor de la "espiritualidad del don", propia de la Navidad: "un niño nos ha
nacido, un hijo se nos ha dado" (Is 9,5), don que es expresión del amor infinito
de Dios que "tanto amó al mundo que nos ha dado a su Hijo único" (Jn 3,16);
- el mensaje de solidaridad que conlleva el acontecimiento de Navidad:
solidaridad con el hombre pecador, por el cual, en Jesús, Dios se ha hecho
hombre "por nosotros los hombres y por nuestra salvación"; solidaridad con los
pobres, porque el Hijo de Dios "siendo rico se ha hecho pobre" para
enriquecernos "por medio de su pobreza" (2 Cor 8,9);
- el valor sagrado de la vida y el acontecimiento maravilloso que se realiza en
el parto de toda mujer, porque mediante el parto de María, el Verbo de la vida
ha venido a los hombres y se ha hecho visible (cfr. 1 Jn 1,2);
- el valor de la alegría y de la paz mesiánicas, aspiraciones profundas de los
hombres de todos los tiempos: los Ángeles anuncian a los pastores que ha nacido
el Salvador del mundo, el "Príncipe de la paz" (Is 9,5) y expresan el deseo de
"paz en la tierra a los hombres que ama Dios" (Lc 2,14);
- el clima de sencillez, y de pobreza, de humildad y de confianza en Dios, que
envuelve los acontecimientos del nacimiento del niño Jesús.
La piedad popular, precisamente porque intuye los valores que se esconden en el
misterio de la Navidad, está llamada a cooperar para salvaguardar la memoria de
la manifestación del Señor, de modo que la fuerte tradición religiosa vinculada
a la Navidad no se convierta en terreno abonado para el consumismo ni para la
infiltración del neopaganismo.
La Noche de Navidad
109. En el tiempo que discurre entre las primeras Vísperas de Navidad y la
celebración eucarística de media noche, junto con la tradición de los
villancicos, que son instrumentos muy poderosos para transmitir el mensaje de
alegría y paz de Navidad, la piedad popular propone algunas de sus expresiones
de oración, distintas según los países, que es oportuno valorar y, si es
preciso, armonizar con las celebraciones de la Liturgia. Se pueden presentar,
por ejemplo:
- los "nacimientos vivientes", la inauguración del nacimiento doméstico, que
puede dar lugar a una ocasión de oración de toda la familia: oración que incluya
la lectura de la narración del nacimiento de Jesús según San Lucas, en la cual
resuenen los cantos típicos de la Navidad y se eleven las súplicas y las
alabanzas, sobre todo las de los niños, protagonistas de este encuentro
familiar;
- la inauguración del árbol de Navidad. También se presta a una acto de oración
familiar semejante al anterior. Independientemente de su origen histórico, el
árbol de Navidad es hoy un signo fuertemente evocador, bastante extendido en los
ambientes cristianos; evoca tanto el árbol de la vida, plantado en el jardín del
Edén (cfr. Gn 2,9), como el árbol de la cruz, y adquiere así un significado
cristológico: Cristo es el verdadero árbol de la vida, nacido de nuestro linaje,
de la tierra virgen Santa María, árbol siempre verde, fecundo en frutos. El
adorno cristiano del árbol, según los evangelizadores de los países nórdicos,
consta de manzanas y dulces que cuelgan de sus ramos. Se pueden añadir otros
"dones"; sin embargo, entre los regalos colocados bajo el árbol de Navidad no
deberían faltar los regalos para los pobres: ellos forman parte de toda familia
cristiana;
- la cena de Navidad. La familia cristiana que todos los días, según la
tradición, bendice la mesa y da gracias al Señor por el don de los alimentos,
realizará este gesto con mayor intensidad y atención en la cena de Navidad, en
la que se manifiestan con toda su fuerza la firmeza y la alegría de los vínculos
familiares.
110. La Iglesia desea que todos los fieles participen en la noche del 24 de
Diciembre, a ser posible, en el Oficio de Lecturas, como preparación inmediata a
la celebración de la Eucaristía de media noche. Donde esto no se haga, puede ser
oportuno preparar una vigilia con cantos, lecturas y elementos de la piedad
popular, inspirándose en dicho oficio.
111. En la Misa de media noche, que tiene un gran sentido litúrgico y goza del
aprecio popular, se podrán destacar:
- al comienzo de la Misa, el canto del anuncio del nacimiento del Señor, con la
fórmula del Martirologio Romano;
- la oración de los fieles deberá asumir un carácter verdaderamente universal,
incluso, donde sea oportuno, con el empleo de varios idiomas como un signo; y en
la presentación de los dones para el ofertorio siempre habrá un recuerdo
concreto de los pobres;
- al final de la celebración podrá tener lugar el beso de la imagen del Niño
Jesús por parte de los fieles, y la colocación de la misma en el nacimiento que
se haya puesto en la iglesia o en algún lugar cercano.
Se recomienda la lectura del documento completo:
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA. PRINCIPIOS Y
ORIENTACIONES
Sagrada Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos, 17 de diciembre de 2001