FRIEDRICH
b) Pintura romántica
c) Caspar Friedrich
d) Obras
de
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Surgió
como movimiento cultural a finales del s. XVIII en Alemania[1],
y se expandió hacia Reino Unido, Italia y España a inicios del s. XIX. Tuvo
como ideal la rebelión
contra la razón ilustrada francesa, que había creado estragos y
eliminado los sentimientos de la gente popular. Sus maneras y desarrollos fueron
distintos en cada país, según cada oposición local a Francia.
Tuvo dos etapas, según recoge Baudelaire
en su Qué es el Romanticismo-1846:
-romanticismo
histórico, restaurador del medievalismo,
-romanticismo moderno, experimental con todos los elementos de actualidad.
Pivotó en torno a una forma
de sentir que recogió los temas desdeñados por los modernos, o
desconocidos hasta entonces, con la idea de volver a introducir la intimidad e
infinitud en el alma humana[2].
Tuvo
como ingredientes:
-los
valores medievales, como recurso que se añora y recupera,
-el
liberalismo, frente a todo despotismo político ilustrado,
-la
conciencia del yo, autónomo y subjetivo, dotado de sentimientos e imaginación,
-la
intuición popular, no sometida a condicionamientos intelectuales,
-la
mirada ingenua y conmovedora, con la que ha de mirar el artista,
-la
sensibilidad, ligada a las vivencias individuales e irrepetibles,
-la
sensorialidad, teniendo experiencia de las cosas que se hablan,
-un
carácter nacionalista, como clave de lectura de la historia e identidad
propia,
-la
sobrenaturalidad, única capaz de alcanzar lo no conocido, partes oscuras de
la naturaleza, el interior del alma humana,
-la
creatividad, o idea del genio creador con su universo propio[3],
sin recurrir a la imitación clásica.
Fue
subjetiva y no
homogénea, en su forma de concebir al hombre y la naturaleza. Se
opuso a toda regla estereotipada, y primó la capacidad creativa del pintor,
sin límite normativo alguno.
De
ahí que tuviera como rasgos
pictóricos:
-la
vitalidad, frente a la linealidad simétrica,
-lo
abofetado, inacabado e imperfecto, frente a toda definición cerrada,
-el
dinamismo del trazo, frente al reposo,
-lo
sensorial, para estimular al espectador,
-la
composición abierta, y expansiva,
-el
desprecio por las categorías tradicionales, que habían reducido la pintura
al último estrato de las ciencias menores[4].
En cuanto al concepto de belleza, la pintura romántica supo contar con la vieja
fórmula de armonía, canon y virtud[5].
Pero le añade sus dos
nuevos atributos, misteriosos y latentes: lo sublime y lo pintoresco.
Lo sublime fue teorizado por Burke
en su Indagación filosófica sobre lo
sublime y bello-1757, y viene a resumirse en la búsqueda de lo asombroso,
irresistible, inalcanzable, admirable, reverente y respetuoso. Debe ir
encaminado a romper los raciocinios y percepciones habituales, y a poner el
verdadero centro del universo en la infinitud desconocida[6].
No obstante, también son elementos románticos que excitan la imaginación, según
el pensador inglés:
-la
atracción por la grandeza,
-el
tamaño y anchura de perspectivas,
-los
campos abiertos sin cultivar,
-los
portentos naturales,
-las
grandes empresas, que dilatan el corazón,
-las
sorpresas desconcertantes,
-lo
que hace sentir estupor, horror y terror[7],
-el
gusto por el miedo[8].
Lo
pintoresco
fue teorizado por Price en su Ensayos
sobre lo Pintoresco-1795[9],
y viene a resumirse en la búsqueda de lo novedoso, singular, arcaico, apartado,
incivilizado, nunca visitado. Se obtiene por medio de la curiosidad, y explica
por qué nos sentimos atraídos por algunos aspectos de la naturaleza, y no por
otros.
Caspar David Friedrich (Pomerania 1774-Dresde 1840) fue el principal romántico
alemán, que impregnó el arte de fe
luterana[10]
y dio a la naturaleza un sentido
místico[11],
mediante un simbolismo
religioso[12]
que envolvía con fuerza todo lo profano[13].
Mostró en sus pinturas todos los sentimientos
y emociones que su religión le impedía expresar, buscando su
autenticidad y subjetividad, intimismo y misterio.
Aislado en sí mismo, logró dotar sus paisajes con una fuerza
conmovedora e imaginativa. Pero requirió la imaginación del espectador, a la
hora de identificar temáticas ocultas bajo nieblas interminables[14].
Destaca
su Abadía en el Robledal-1809,
hoy en el Palacio Charlotemburgo de
Berlín, donde se muestra:
-iconografía
medieval[15],
-2
planos[16],
unidos en 1 punto
de vista[17].
Destaca su Amanecer en las montañas-1810, hoy en la Galería Nacional
de Berlín, donde se muestra:
-temática
irreal[18],
narrada literalmente[19],
-paisaje
romántico[20],
-control
de la luz[21],
-combinación
nitidez[22]-vaguedad
de perfiles[23].
Destaca
su Monje frente al mar-1810,
hoy en el Palacio Charlotemburgo de
Berlín, donde se muestra:
-paisaje
romántico[24],
-espectadores
ficticios[25],
-infinito
irracional[26],
sin punto de fuga[27].
Destaca su Acantilados de Rugën-1818, hoy en la Colección Reinhart
de Winterthur, donde se muestra:
-cierta
temática
contemporánea[28],
-paisaje
contemporáneo[29],
-personajes
contemporáneos[30],
-2
planos
muy diferenciados[31].
Destaca su Velero-1818, hoy en el Museo Hermitage de San Petersburgo, donde se muestra:
-temática
contemporánea[32],
-paisaje
romántico[33],
-paso
del tiempo,
como camino de la vida.
Destaca su Mar de hielo-1823, hoy en el Museo Kunsthalle
de Hamburgo, donde se muestra:
-cierta
temática
contemporánea[34],
-color
nieve, unificador del resto de colores de la vida,
-melancolía[35]
y quietud[36].
ed.
Mercaba
Diócesis
de Cartagena-Murcia
Indice
general: www.mercaba.org/GET/cartel-enciclopedia.htm
_________________________________
[1]
Aunque el término no apareció hasta inicios del s. XIX, como expresión de
“lo poco probable”, dentro de los folletines baratos de la literatura
popular.
[2]
Definición más exacta del Romanticismo, a la que se podrían añadir las
definiciones de:
-elemento
irracional, a nivel de sentimiento, intuición y entusiasmo mental,
-insumisión
radical, a toda regla aceptada o conceptual,
-subjetivismo
total, sin universalidad alguna,
-convicción
espiritual, que prima el qué al cómo, y deja en un segundo plano las
formas,
-lo
fantasioso, que enriquece la realidad con una imaginación sobre-humana
y contradictoria,
-lo
secreto, que profundiza en los fenómenos profundos de la existencia,
-lo
experimental, que no acepta lo que otro cuenta o pinta,
-lo
grotesco, con mezcla de todo sin forma alguna,
-lo
provocativo, mediante la belleza perturbadora y dinámica de la
naturaleza.
[3]
Bajo el eslogan de “me sorprendo de que me sorprenda”.
[4]
Como mero complemento de la literatura. Lo que no quita que la literatura
sirviera de guía al Romanticismo, pero siempre sin anular la comprensión
de cada obra pictórica por sí misma, y no en relación a nada.
[5]
Y no como el cubismo, futurismo… y resto de vanguardias del s. XX, que se
pasarán al polo opuesto: la anulación de la belleza.
[6]
De la que el hombre no pasa de ser un mero espectador. Es el momento
en que el Romanticismo desmonta al hombre como centro del universo, 200 años
después del giro antropológico iniciado por DESCARTES.
[7]
Pues la alegría no existe para los románticos, y esa ausencia debe
ser contrarrestada por el gusto por lo triste, solitario, silencioso,
oscuro… y demás elementos negativos de la vida.
[8]
Pues lo peligroso y descontrolado para la vista también debe ser
objeto del disfrute. Gusto por el miedo que puede ser alimentado por el paso
de la luz a la oscuridad, la luz rápida, intensa y móvil…
Ejemplos como la noche, gobiernos despóticos donde se oculta el jefe
para provocar temor, oscuridad de los templos, ceremonias druidas en medio
de los bosques… deben ayudar a mostrar todo lo que escapa a la vista,
concluyen los románticos.
[9]
Sobre la base de los viejos estudios de JOSEPH ADDISON en su Placeres
de la Imaginación-1712.
[10]
Con todo lo que ello conllevaba: negarse a viajar y conocer Roma, rechazar
la autoridad de la Academia y la Iglesia… y guiarse sólo por el juicio
personal del artista.
[11]
Como jeroglífico de Dios, con claves ocultas que hacen entroncar lo
profano con lo religioso. Pues lo importante era expresar mediante la
pintura las experiencias íntimas de la naturaleza.
[12]
Como queda patente en sus: ancla en forma de cruz, velero de la vida,
roca donde se sientan los humanos, abetos de la eternidad, nieve de la
resurrección, violeta de la muerte…
[13]
Al revés de lo que ocurría en su época alemana, donde la pintura
religiosa servía para decorar paredes de casas, con un uso profano.
[14]
Pues las propias capacidades humanas están indefensas y desamparadas, y sólo
con la imaginación puede traspasar sus límites y adentrarse en el
infinito.
[15]
Como se ve en el cementerio, abadía, vidriera ruinosa… No tanto como
reflejo de la decadencia del catolicismo, sino como símbolo de transición
hacia el más allá.
[16]
Los mundos de:
-aquí,
temporal, plasmado en el cementerio fúnebre,
-más
allá, no del todo lejano, plasmado en la neblina que dificulta ver el
fondo.
[17]
El del propio FRIEDRICH, siempre alto, y viendo desde arriba las escenas. Y
que aquí une el mundo temporal y espiritual mediante la vidriera ruinosa
del medio.
[18]
De contenido condensado, con mínimos elementos.
[19]
Que lo hace existible.
[20]
Solitario y silencioso.
[21]
Fría y clara, como la del amanecer.
[22]
Realista, hasta el último detalle.
[23]
Lejanos, en la niebla.
[24]
Lleno de vistas sublimes y asombrosas, llenos de efectos subjetivos para la
vista.
[25]
Como es el caso del personaje pintado, que de espaldas contempla el infinito
del mar (para que nosotros también contemplemos su infinitud).
[26]
Mostrado por la falta de claridades atmosféricas, que eliminan todo
límite racional.
[27]
Para romper:
-el
efecto de profundidad,
-la
visión mono-focal del espectador.
[28]
Pues se requiere la imaginación del espectador para recomponerla.
[29]
Lleno de mar azul, árboles, garganta montañosa…
[30]
2 hombres y 1 mujer, vistos de lejos, de cerca y a media distancia. Uno de
ellos mirando hacia el precipicio, posiblemente el propio FRIEDRICH.
[31]
El de los personajes y el del horizonte. Planos todavía más
separados entre sí por la interposición de la garganta montañosa.
[32]
La del aniversario de boda de él con su mujer, que ambos celebran
unidos de la mano, y dirigiéndose hacia la ciudad de sus deseos.
[33]
Secular, lleno de subjetividad y de máxima sentimentalidad.
[34]
La de un naufragio en medio de una tempestad invernal. Pero que requiere
imaginación y esfuerzo indagador por parte del espectador, para reconstruir
lo ocurrido. Pues tan sólo se ofrece la pista de la guilla del barco,
incrustada en un trozo de hielo.
[35]
Fruto del estado anímico de la estación invernal, que ha de gustar
la muerte de la naturaleza.
[36]
Silenciosa, como reflejo de lo inerte. De hecho, la escena no muestra
el momento de la tempestad, sino la calma tras ella.