Zoe Catalina, hija de Pedro Labouré y Magdalena Gontard, n. el 2 mayo
1806, en Fain-les-Moutiers, de la Costa de Oro francesa, diócesis de Dijon.
Su padre, ex seminarista, y su madre, ex maestra, cultivaban una extensa
labranza, con 12 jornaleros, al tiempo que procuraban una educación a sus
hijos. De los 10 que sobrevivieron, Zoe fue la única sin opción a
estudiar: «justamente sabía leer y escribir». En 1815 murió su madre. Zoe,
que contaba nueve años, sintió pronto la soledad. Fue entonces cuando la
vieron subirse a una silla para abrazar a la imagen de la Virgen y cuando
la oyeron decir: «Ahora Tú serás mi única Madre». En todas las biografías
y en el proceso de beatificación de la Santa se describen los detalles de
este acontecimiento sencillo, pero revelador. Su hermana mayor, María
Luisa, ingresó tres años después en las Hijas de la Caridad; y Zoe hubo de
encargarse del trajín de la casa. Más tarde, venciendo los halagos de los
pretendientes de su mano y la obstinación de su padre, que no quiso
despedirla, ingresó en las Hijas de la Caridad. S. VIcente se le había
aparecido en sueños para anunciarle su llamada, según el testimonio
juramentado de Sor Séjole, que había sido su tutora en el postulantado de
Chatillón. Tenía entonces 24 años. Pronto comenzó a tener visiones a
diario, del corazón de S. VIcente, de Cristo Rey, de la Cruz y de la
Virgen María. Las principales fueron las de la Virgen, a quien ella
«deseaba ver ardientemente», según escribió en 1841. La noche del 18 al 19
jul. 1830 su ángel de la guarda la acompañó desde su cama al altar de la
capilla, donde habló con la Virgen. Poseemos el documento más antiguo
(1833), escrito en París y hallado en Madrid, en el cual se cuentan estas
apariciones. La misma vidente escribió sus visiones, a ruegos de su
confesor. Estos autógrafos, estudiados en el proceso de su beatificación,
se conservan en París.
La visión principal, repetida varias veces, tuvo lugar durante la
meditación de la tarde, el 27 nov. 1830. La Iglesia, para conmemorar el
acontecimiento, ha establecido una fiesta en ese día, titulada
Manifestación de la Inmaculada Virgen de la Sagrada Medalla. En estas
manifestaciones recibió, entre otros, tres mensajes: el de hacer acuñar
una medalla, según el modelo presentado; el de hacer una imagen con el
globo en las manos, y el de fundar una asociación de Hijos e Hijas de
María. En 1832 Mons. de Quelen autorizó la acuñación de la Medalla a la
que el pueblo llamaría «Milagrosa» por su propagación y por los signos de
protección obrados por su mediación. En 1836 se abrió en París una
Encuesta Canónica diocesana para estudiar su origen y algunos de sus
efectos sobrenaturales. Los resultados positivos ocupan 64 p. En los
cuatro años primeros se habían distribuido 36 millones de medallas,
creando un ambiente de piedad hacia la Inmaculada. León XIII aprobaría en
1894 . el Oficio y Misa de la Manifestación; y en 1897 ordenaría coronar
la imagen colocada en el lugar de las apariciones. Ya en 1847 la Iglesia
había aprobado canónicamente la Asociación de Hijas de María, cuyos
miembros, establecidos en parroquias y capillas, suman actualmente
850.000, según los archivos de la dirección general. Más tarde llegaría la
autorización de la Virgen del Globo, popularizada por la Sagrada
Congregación de la Propagación de la Fe bajo el título de Reina de las
Misiones. Esta imagen preside la catedral de Port-Said, donde es invocada
en las letanías como Regina Mundi.
C. había recibido órdenes de no decir nada a nadie más que a su
director espiritual. Terminado su seminario fue destinada al
asilo-hospital de Enghien, en las afueras de París. Allí vivió 45 años en
menesteres humildes: cocinera, portera y encargada de los ancianos y de la
granja. Todo el mundo hablaba de las apariciones de rue du Bac. Los fieles
llevaban al cuello su medalla. Pero nadie podía señalar con el dedo a la
vidente. Vivia una vida oculta. La milagrosa conversión, por la medalla,
del judío Alfonso Ratisbona, ocurrida en Roma, en Sant' Andrea della
Fratre, en 1842, atrajo curiosos a París. Desde el 17 de febrero al 3 de
junio, el Vaticano realizó una investigación oficial, presidida por el
card. Patrizi, que concluyó en la autenticidad del milagro. Este hecho,
afirma el escritor Daniel Rops, animó a Pío IX a declarar el dogma de la
Inmaculada. Luego, en 1858, Bernadette Soubirous afirmaría que la Virgen
se le había aparecido sobre las rocas de Lourdes en actitud de Virgen
Milagrosa. Pero nadie pudo decir: «Ésta es la vidente de rue du Bac».
Estas visiones fueron las primeras de un siglo devocionalmente mariano.
Además de las congregaciones, sobre todo femeninas, que llevan la medalla,
como las Hijas de la Caridad, las Madres irlandesas, las Hermanas del
Maryknoll y las teresianas del P. Poveda, ha habido y hay asociaciones que
llevan la medalla como emblema: la Archicofradía del Sagrado Corazón, de
Notre-Dame en París (1836); la Archicofradía Real, de S. Ginés en Madrid
(1842); Hijas de María Inmaculada (1847); Asociación de la Medalla (1905);
Visita Domiciliaria de la Virgen (1915); Milicia de María Inmaculada
(1917); Legión de María (1921); Guardia de Honor del Inmaculado Corazón de
María (1930), y la Asociación Central con su Novena Perpetua (1932).
La vidente m. el 31 dic. 1876, cumpliéndose su profecía: «No veré el
nuevo año». Su silencio laborioso hizo exclamar a Pío XI, que la beatificó
en 1933: «¡Y pensar que un secreto tal pudiera ser guardado durante 45
años por una mujer...!» Mucho hubo de sufrir. Antes de su profesión de
votos murió su padre, y una hermana, Sor María Luisa, a quien ella iba
siguiendo los pasos, dejó los hábitos después de haber sido superiora.
Mucho la hicieron penar su confesor, P. Aladel, y su superiora, Sor Dufes,
por incomprensión, desconfianza y prueba. Son innumerables los testimonios
en este sentido. La imagen de la Virgen del Globo fue para C., según sus
palabras, «el tormento de su vida». Durante la revolución de la Commune,
se enfrentó a los revolucionarios para defender a sus compañeras. El
historiador norteamericano Joseph Dirvin describe este hecho, narrado en
el proceso de beatificación por Sor Tanguy. Pío XII, la canonizó el 28
jul. 1947 bajo el título de la «Santa del silencio». Su fiesta se celebra
el 28 de noviembre.
BIBL.: 1. M. ALADEL, La Médaille
Miraculeuse, París 1934; F. AVIDANO, 11 Grande Messaggio Mariano de 1830,
Casalmonferrato 1953; E. CRAPEZ, La Venerable Catherine Labouré, París
1910; L. DAYDÍ, La Bienaventurada Sor Catalina Labouré, Hija de la
Caridad, Barcelona 1933; 1. DELGADO, La Santa del Silencio, 2 ed., Madrid
1965; fD, Mensaje de rue du Bac, Madrid 1968; J. DIRVIN, Saint Catherine
Labouré, Nueva York 1958; L. MISERMONT, La Bienhereuse Catherine Labouré,
Fille de la Charité et la Medaille Miraculeuse, París 1933; Proceso de
Beatificación y Canonización de Sor Catalina Labouré (cf. Arch. C. M. en
Roma); G. DI SALES, Soeur Catherine, Roma 1947; Autógrafos de la vidente,
Archivo de Hijas de la Caridad, París; L. CHIEROTTI, Caterina Labouré, en
Bibl. Sanct. 3, 1045-1047.
JOSÉ DELGADO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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