Esta forma radical de ascetismo cristiano, propia de los monjes que vivían
en lo alto de una columna (stylos), puede chocar a la sensibilidad actual,
pero hay que hacer un esfuerzo para entrar en su comprensión. Se trata, en
efecto, de un género de vida ascética que el monacato de Egipto no aceptó
dentro de sus formas clásicas, y que los anacoretas de Siro-Mesopotamia,
dados a extrañas formas de penitencia, practicaron y difundieron en el
imperio bizantino.
Las columnas de estos monjes solían tener una escalera de acceso y
una minúscula celda interior. Algunos de ellos no bajaban casi nunca de la
columna y muchos permanecían estables en su propósito hasta la muerte.
Entre ellos era frecuente la práctica penitencial de la estasis (estar de
pie), el ayuno riguroso y las prolongadas vigilias de plegaria. La vida
sacramental quedaba reducida a lo más indispensable.
Los cristianos veían en los e. un ejemplo indiscutible de
edificación y un reclamo urgente al abandono de todo lazo de esclavitud
interior. Su fama de santidad y su ascetismo atraían a numerosos fieles
ansiosos de escuchar un consejo espiritual. Sus columnas se convirtieron
no pocas veces en verdaderos santuarios de peregrinación y a su alrededor
se formaron colonias de monasterios. Su ejemplo no podía menos de ser
contagioso. Los testimonios que a continuación se ofrecen (los más
representativos) muestran a todas luces cuán enorme fue el impacto que
causaron entre sus contemporáneos.
1. San Simeón Estilita el Viejo. Considerado padre de los e. en
Siria, n. en Sis de Cilicia ca. 390 y, siendo todavía joven abrazó la vida
monástica. Circunstancias personales no le permitieron adaptarse al ritmo
de las observancias regulares. Más tarde se adentró en el desierto de Tell-Nesim
y vivió con fervor ejemplar en una choza. A ella afluyeron numerosos
discípulos cuya indiscreción intentó evitar Simeón retirándose a lo alto
de una columna que pronto se convirtió también en cátedra de exquisita
doctrina espiritual. Se cuenta que dos veces al día departía con los
peregrinos, paganos o cristianos, distribuyendo el pan de la palabra
divina e interesándose por sus problemas y sufrimientos. M. en 459 (24 de
junio o 2 de septiembre) y su cuerpo fue trasladado a Antioquía. A finales
del s. v en torno a su columna se construyó una basílica cuyos restos
todavía subsisten. La liturgia oriental celebra su fiesta el 2 de
septiembre, mientras que el calendario romano la señala el 5 de enero.
2. San Simeón Estilita el joven. Parece que n. en Antioquía y que a
los 18 años ya era e., Su columna, situada en el «monte de los milagros»,
era centro de peregrinación incesante. En ella recibió el santo la
ordenación sacerdotal que el obispo le confirió con la sola imposición de
manos desde abajo. M. probablemente el 26 mayo 592. Los orientales
celebran su fiesta el 24 de marzo, y los latinos el 3 de septiembre. Se
atribuyen a Simeón el Joven algunos himnos que todavía hoy se cantan en la
liturgia bizantina, así como algunos sermones y cartas de carácter
ascético (PG 82, 3216-20).
3. San Alipio. N. en Adrianópolis, a principios del s. vi. Fue
educado cerca del obispo y más tarde recibió el diaconado. A los 30 años
se retiró en una celda, cerca de su ciudad natal, donde vivió dos años,
antes de subir a una columna en la que permaneció 67 años. En torno a su
columna se edificaron dos monasterios, uno de varones y otro de mujeres.
Ornado con el don de profecía y curación de enfermos, m. a los 93 años,
durante el reinado de Heraclio (610-641). Existe una Vita de Alipio
escrita por un discípulo que se afirma testimonio ocular. Las reliquias
del santo, cuya fiesta se conmemora el 26 de noviembre, se encuentran en
el monasterio de Kultmusiu en el monte Athos (v.). Un monasterio de
Constantinopla y un mosaico de San Marcos de Venecia perpetúan su nombre.
4. San Daniel Estilitá. Según una Vita contemporánea de carácter
panegírico, Daniel vivió en el s. v y fue el primero en introducir la vida
estilita en el imperio de Bizancio. N. en Maratha de Samosata de Siria
(409?) y, siendo todavía adolescente, abrazó la vida monástica. Acompañado
de su abad, durante cinco años visitó a los solitarios más famosos de
Palestina y Siria y conoció la vida de S. Simeón el Viejo. Más tarde, a
los 40 años, siendo ya abad, marchó a Constantinopla, en tiempos del
patriarca Gelasio 1, y se estableció en Aplos, donde vivió como solitario
en un templo pagano. Al cabo de nueve años, muerto S. Simeón, se sintió
llamado a la vida estilita. Hasta el 493, año de su muerte, perseveró en
su columna, habiendo sido visitado por numerosos fieles. La liturgia
señala su fiesta para el 11 de diciembre, fecha probable de su muerte.
5. San Lucas Estilita. N. el a. 879 en la pequeña aldea de Antiokomé
de Frigia. Antes de llevar a cabo su deseo de ser monje, combatió en el
ejército y gracias a dos soldados que habían sido discípulos de un e. tuvo
noticias de este género de vida. Después de un fracaso militar (Bulgarofigon,
897), Lucas desertó de la vida militar y vivió como eremita. Tenía 24 años
y era ya presbítero cuando tuvo que enrolarse de nuevo en las filas del
ejército por un largo periodo (903-926). Al término de esta larga
experiencia, transcurridos tres años en el monasterio de S. Zacarías
(Bitinia) y otros tres como pastor, volvió a su patria natal y vivió
primero en una cueva y después en una columna. Pasados seis años, llegó a
Calcedonia en 939 y previa autorización del obispo se instaló
definitivamente en una columna hasta su muerte (979). Lucas fue sepultado
en el monasterio de S. Basiano de Constantinopla a cuya restauración él
mismo había contribuido. El sinaxario de esta Iglesia señala el 11 de
diciembre como aniversario de su muerte y subida a la columna de
Calcedonia. La Vita que sobre él nos ha llegado es una oración fúnebre de
un discípulo suyo.
6. San Lázaro Estilita. N. en Galesión (Magnesia de Mayandros) en
968. Contaba 12 años cuando fue confiado a Elías, monje de Kalathon y tío
suyo, de quien recibió esmerada instrucción religiosa. Huyó por dos veces
a Tierra Santa, hasta que finalmente se refugió en Atalia. Contaba
entonces 18 años. Después de recibir el hábito monástico se retiró a una
cueva durante siete años. Conoció la Laura de S. Sabas (monasterio en el
que fue ordenado sacerdote). Pasado un tiempo de prueba en S. Eutimio, la
invasión de los sarracenos le obligó a dejar este monasterio. De vuelta a
su país natal entró en contacto con el monasterio de S. Simeón el Joven y,
atraído por la vida estilita, vivió siete años recluido en una columna muy
cerca del oratorio de S. Marino (región de Éfeso). Atendía caritativamente
a los pobres y a los discípulos que construyeron allí mismo un monasterio.
La falta de soledad le indujo a instalarse en una caverna del monte
Galesio pero, obligado por el patriarca de Éfeso, debió abandonar este
lugar y se instaló en una columna cercana a la iglesia de S. Salvador,
durante 12 años. Antes de morir vivió todavía en dos columnas distintas en
cuyas cercanías se construyeron dos monasterios: uno dedicado a la
Theotokos (Madre de Dios) y el otro a la Resurrección. Desde la columna
Lázaro aconsejaba a sus monjes y tomaba parte en los divinos oficios.
Pobres y pecadores se acercaban a él en busca de paz y perdón. M. el 7 de
nov. de 1054 y dejó escrita una Regla para sus monjes.
V. t.: ANACORETISMO; ERMITAÑOS;
MONAQUISMO; ASCÉTICA. BIBL.: H. DELEHAYE, Les saints stylites, Bruselas
1923 (obra fundamental); B. K. OTTING, Styliten, en LTK IX,1128-1129.Sobre
S. Simeón el Viejo: Acta Sanct. Enero 1,261-286; H. LIETZMANN-H.
HILGENFELD, Das Leben des hl. Simeon, Leipzig 1908; P. PEETERS, St. Syméon
stylite et ses premiers biographes, «Analecta Bollandiana» 61 (1941)
29-61; 1. LASSUs, Sanctuaires chrétiennes de Syrie, París 1947.-Sobre S.
Simeón el joven: Acta Sanct. Mayo V,298-401; Bibliotheca Hagiographica
Graeca (BHG), 3 ed. Bruselas 1953, 1689-1691; E. MÜLLER, Studien zu den
Biographies des Simeon des Jüngeren, Aschaffenburg 1914.-Sobre S. Alipio:
«Analecta Bollandiana» 64 (1946) 302; BHG 64-66.Sobre S. Daniel: «Analecta
Bollandiana» 32 (1913) 101-216; BHG 489-490; E. DAWES-N. BAYNEs, Three
Byzantine saints, Oxford 1948, 1-87.-Sobre S. Lucas: Synaxarium Ecclesiae
Constantinopolitanae, ed. H. DELEHAYE, Bruselas 1900, 249-300; BHG 2239;
S. VANDERSTUYF, Étude sur St. Luc el Stylite, «Echos d' Orient», 12 y 13
(1909-10) en siete partes; N. FESTA, Note critiche alla vita di S. Luca
Stilita, «Bessarione» 8 (1910) 136-139.-Sobre S. Lázaro: Acta Sanct.
Noviembre, 502-608; BHG 979-980.
CEBRIA M. PIFARRÉ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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