MANÁ
La palabra y su significación. Se entiende por mctn el alimento maravilloso de
los israelitas durante su permanencia en el desierto (cfr. Ex 16,13 ss.). Los
Setenta han traducido la palabra hebrea por mánna. Los beduinos de la península
del Sinaí usan la palabra mann (un), que designa una exudación del tamarix
gallica mannifera. Es evidente que la explicación de Ex 16,15, mán hu, ¿qué es
esto?, deriva de la etimología popular y que la verdadera permanece oscura. En
efecto, aquélla aparece en el hecho de que la frase interrogativa de Ex 16,15
debería tener normalmente el interrogativo hebreo máh, qué, y no mún. Si el
autor ha escogido el pronombre interrogativo man, quién, que existe en el arameo
tardío (siriaco, siriopalestino, targum), en árabe y en etíope (cfr. J. Barth,
Die Pronominalbildung in den semitischen Sprache, Hildesheim 1967, 138), es
porque parte de la palabra man, maná, sobre la que hace un juego de palabras. La
etimología popular del m. subraya en todo caso su carácter misterioso, que ha
suscitado numerosos comentarios en la tradición.
En el Antiguo Testamento. En las más antiguas tradiciones del Pentateuco
se encuentra ya la razón de ser del maná. Según la tradición yahwista, el m. cae
del cielo con el rocío (Ex 16,4a, 13b). Desaparecido el rocío queda sobre la
superficie del suelo una cosa granulosa, tan pequeña como la escarcha (16,4). Al
verlo, el pueblo se pregunta qué es aquello: mán hu, de donde viene la
designación maná (16,15a, 31). Éste «se parecía a las semillas de cilandro, era
blanca y tenía un sabor a torta de miel» (16,31b). Todas las mañanas, antes de
que el calor del sol la derritiese (21), recogía cada israelita lo que
necesitaba. El pueblo comió el m. durante los 40 años de permanencia en el
desierto, hasta su llegada a un país habitado (16,35a). Muy diferente es la
tradición que aparece en el documento sacerdotal (P) y en Num 11,7-9: «el maná
lo molían en la muela, y lo cocían en una caldera» (cfr. Ex 16,23) «y hacían
tortas». Era un producto que se corrompía, pues no se podía conservar sin que se
llenase de gusanos (Ex 16,20) y tenía el sabor de una torta de aceite (Num
11,8b). Se conservó un gomor de m. en el santuario como recuerdo para los
descendientes (Ex 16,33). En el Pentateuco, el milagro del m. es un signo de la
presencia de Dios entre su pueblo (Ex 16,12).
El carácter maravilloso del m. es subrayado todavía más en el libro de la
Sabiduría, que pone en paralelo la plaga de la granizada (cfr. Ex 9,22 ss.) y el
don del pan celeste (cfr. Sap 16,15 ss., 20-22). En un comentario midráshico, el
autor llama al m. alimento de los ángeles (angélón trofé) para poner de relieve
su origen celeste, como lo subraya el paralelismo. Por tener la dulzura de la
miel, es el símbolo de la dulzura de Dios y se acomoda a los gustos de todos. La
crítica moderna ve en el m. un fenómeno natural (cfr. F. Josefo, Ant. Jud. III,31).
Los modernos han pensado que se trataba de la exudación del tamarix manni f era
bajo la influencia de la picadura de un insecto. En efecto, este arbusto se
encuentra en el Sinaí, donde todavía los beduinos recogen esta goma espesa y
melosa, pero en cantidad muy pequeña, lo que subraya todavía más el carácter
maravilloso de la tradición bíblica.
En el Nuevo Testamento aparece cuatro veces la palabra m.: lo 6,31,49; Heb
9,4; Apc 2,17. En lo 6 se llama al m. «pan que viene del cielo», según la cita
del Ps 77,24. En todo este discurso se opone el m. dado por Moisés a su pueblo
al Pan de vida que Jesús da a los hombres y que es Él mismo. Podemos captar como
en filigrana el paralelismo apenas esbozado Jesús-Moisés y la afirmación de la
superioridad de Jesús como taumaturgo, puesto que da el Pan de la vida eterna.
Según Heb 9,4, el Arca de la Alianza habría contenido una urna en la que se
encontraba el m., lo que está en estrecha relación con algunas tradiciones
rabínicas (cfr. Bruce J. Malina, The Palestinian Manna Tradition, Leiden, 1968).
En Apc 2,17 se abre camino la creencia de que el m. era el alimento de los
bienaventurados (cfr. también el Apocalipsis de Baruch 29,8, Oráculos sibilinos,
VIII,149, y Rabbi Meir (150 d. C.).
BIBL.: F. VATTIONI, Maná, en Diccionario Bíblico, dir. F. SPADAFORA, Barcelona 1968, 384-385; B. UBACH, Maná, en Ene. Bibl. IV,1228-1231; íD, L'Exode-El Levitic, en La Biblia ilustrada, II, Montserrat 1934, 92-100.
MATHIAS DELCOR.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991