MITRA
El mitraísmo, nacido en Irán, se extendió desde España hasta la India, desde
Germania hasta África. Quien desee contemplar la expansión de M. puede ver el
mapa de su culto elaborado por F. Cumont a base de los testimonios epigráficos,
arqueológicos y literarios existentes. En Roma apareció tarde, al final del s. I
d. C.
Aunque es forzoso admitir el número no elevado de miembros de cada centro
mitraico, su condición exótica y de enclave, reducido en gran parte a grupos de
soldados, así como la exclusión de las mujeres, su expansión relativamente
tardía en la mitad occidental del Imperio y en Grecia y, en fin, su inferioridad
numérica respecto del cristianismo, no le falta algo de razón a E. Renan (MarcAuréle,
579), cuando escribe: «Si le christianisme eút été arrété dans sa croissance par
quelque maladie mortelle, le monde eút été mithraique». Esta afirmación expresa
la relativa importancia del mitraísmo, si bien, aunque sea un tópico, resulta
bastante hipotética si se piensa en el posible influjo de la religiosidad, p.
ej., germana, celta, etc. El mitraísmo llegó a su apogeo a principios del s. IV,
en tiempos de Diocleciano, quien concedió categoría de religión oficial del
imperio a la del Sol, al cual iba unido M.; la política religiosa de Juliano
representa sus últimas sacudidas, ensombrecido ya M. por la protección de
Constantino al cristianismo. La persecuciónantipagana de Teodosio destruyó los
mítreos, o santuarios de M., y el mitraísmo pervivió cada vez más lánguidamente
hasta entrado el s. V. Son datos que deben tenerse en cuenta a la hora de
sopesar el influjo tendenciosamente exagerado de este culto sobre el cristiano;
últimamente se tiende a establecer un proceso inverso (K. Prümm, Lagrange,
etc.).
Mito y personalidad de Mitra. Nos son desconocidos los textos sagrados del
mitraísmo. Por eso nuestro saber sobre la mitología mitraica queda reducido al
que obtenemos de los relieves existentes en casi todos los mítreos y de diversas
referencias escritas de época tardía. Podemos resumir así los hechos fijos del
núcleo del mito mitraico: M., según la tradición más extendida, nace de una roca
(Corpus Inscriptionum Latinarum, Supplementum 7729; Firmico Materno, De errore
profanarum religionum, 20, etc.), que por lo mismo es llamada genetrix (Corpus
Inscriptionum Latinarum 3,4424.8679) como la chispa de fuego salta del pedernal.
Poco después es ya venerado por unos pastores, que habían contemplado el
portento. Como hecho notable de su vida está la persecución del toro, cuya cola
terminaba en tres espigas. Mitra lo alcanza, lo apresa y lo lleva sobre sus
hombros a una caverna. Allí realiza la tauroctonia o sacrificio de este toro, el
primordial creado por Ahura-Mazda, escena reproducida en incontables relieves.
En casi todos ellos es representado como joven cubierto con el gorro frigio, con
túnica y capa colgantes del hombro izquierdo y la rodilla fija en el toro, al
cual clava el cuchillo con la mano derecha; debajo suelen aparecer la serpiente
que succiona la sangre de virtualidad cósmica, el escorpión que intenta
inutilizar el semen fertilizante.. Después de diversas peripecias termina su
paso sobre la tierra tras la lucha con el dios solar, el cual, una vez
reconciliados, le sube en su carro al cielo. Antes, para despedirse, celebra un
banquete (v. los datos de la leyenda en el estudio de 1. Toutain con ese mismo
título en «Revue de l'histoire des Religions», París 1902, 141 ss.; F. Cumont,
o. c. en bibl. 1, 163 ss.; 2, 297 ss. y 350 ss. con numerosas figuras).
Mitra, divinidad solar. Nadie puede negar la personalidad uránica y solar
de Mitra. Ya un texto de Bogazkoy (c. 1300 a. C.) le cita junto a Varuna, y el
Rig Veda (1,1115,5; v. VEDAS) se refiere a ambos con la siguiente
diferenciación: «El diurno Mitra y el nocturno Varuna». Los símbolos sagrados de
las paredes de los mítreos son todos luminosos: el sol, la luna que contemplan a
M. en su tarea tauráctona, los planetas, los signos del zodiaco, en síntesis una
reproducción de la bóveda celeste (Porfirio, De antro nymph. 56; N. Turchi, o.
c. en bibl. 343, 19 ss.). Pero M., divinidad solar, es triple (Dionisio Aeropag.,
MG 3,1081); se desdobla, de ordinario, en tres figuras, sin que propiamente se
trate de una triada, ni menos aún de una trinidad, sino de los tres aspectos de
la carrera solar diaria y anual. Junto a él, corporización del sol radiante de
mediodía y de verano, aparecen dos personas, cada una con una antorcha: Cautes
que con ella levantada representa el amanecer y la primavera, y Cautopates, que
con la antorcha inclinada simboliza el ocaso y el otoño. La fórmula de algunas
inscripciones: «Soli inuicto Mythrae» (Corpus Inscriptorum Latinarum 3, 12135;
F. Cumont, o. c. 2, 91 ss.), confirma la condición solar de Mitra.
Mitra, dios «mediador». Mitra nunca fue considerado como divinidad
suprema. Es el dios del cielo diurno y nocturno (Irán), del diurno (India), pero
siempre distinto del dios supremo y subordinado a él. Esta categoría de dios del
cielo en su totalidad corresponde a Ahura-Mazda, Zeus, Júpiter, etc. La posición
de M., intermedia entre el cielo y la tierra, junto con su subordinación a
AhuraMazda (=Aur-Mazd, Ormazd, Ormuzd), le convirtieron en mediador entre éste y
los hombres, al mismo tiempo que ocupó un puesto medio entre este principio del
bien y el del mal, Ahriman (v. MAZDEÍSMO). En atención a ambas mediaciones, «los
persas conceden a Mitra el título de mediador» (Plutarco, De Isi et Osiri, 46).
En cuanto a los hombres, quizá su función más que de mediación sea de
protección, sobre todo en el viaje que deben emprender tras la muerte (aspecto
escatológico). Desde luego, no se trata de una mediación al estilo de la de
Jesucristo, a través del cual, en virtud de la unión hipostática, pasa todo
entre Dios y los hombres.
Notas telúrico-mistéricas de Mitra. Ni M., divinidad solar-celeste, ni el
mitraísmo encajan del todo en el esquema de las religiones nacionales y en el de
los dioses celestes (V. RELIGIONES ÉTNICO-POLÍTICAS; DIOS II). Probablemente su
personalidad solar fue formándose por obra de diversas adherencias, efecto del
sincretismo (v.) que le caracteriza y, desde luego, aparece siempre como uno
solo de los aspectos de su figura. El otro está sellado por la clara presencia
de un contenido agrario, germen de toda religiosidad mistérica (V. MISTERIOS Y
RELIGIONES MISTÉRICAS). Así lo traslucen el simbolismo de la cola del toro
terminada en tres espigas, la vid que nace de la sangre derramada por el toro,
el sacrificio de este animal destinado a vigorizar el mundo vegetal, su carácter
escatológico y, en cierto grado, también soteriológico el papel importante de
los animales, la presencia de la serpiente (v.) -aunque en algún sector de la
religiosidad iránica la serpiente, criatura de Ahriman, representa ya la
actuación funesta del Mal-, etc.
De común con los restantes misterios (v.), el mitraísmo, aparte de estas
notas telúricas de M., posee el tipo personal, no étnico-político, de su
religiosidad, su doctrina de salvación, los ritos de iniciación (v. INICIACIÓN,
RITOS DE) con una jerarquización de grados iniciáticos muy pormenorizada: corax,
crypllius, miles, leo, perses, heliodromus, partr (v. N. Turchi, o. c. 345), la
finalidad cósmicovegetal del taurobolio (v.), etc. En cambio, careció de otros
rasgos notables, p. ej., no trata de imitar la muerteresurrección de su dios,
pues, M. no muere ni resurge, acentúa la trascendencia frente a la inmanencia.
típica de los misterios sin fomentar la asimilación divina del iniciado ni su
identificación con su dios, pues M. ayuda al hombre desde fuera, distinto y
trascendente a los mortales como los dioses celestes, ausencia de las esposas
que, en compensación, solían iniciarse en los misterios de Cibele-Atis etc.
Tanto M. como el mitraísmo se balancean así entre los dioses y religiones
celestes, de un lado, y la religiosidad mistérica de otro, planteando a la
fenomenología de los misterios un problema difícil de solucionar de modo
categórico. A mi juicio, el mitraísmo, aunque en su forma evolucionado, que es
la mejor conocida por ser de época ya cristiana, se refiere a un dios celeste,
no a un elemento de la vegetación como los demás misterios, contiene, no
obstante, elementos residuales de arcaicos cultos agrarios de evidente
procedencia telúrica. Sin embargo, el contacto con formas religiosas de tipo
celeste (indoeuropeos, mazdeísmo, etc.) ocasionaron la progresiva ascensión a la
región celeste de casi todos sus mitos y ritos.
V. t.: TEOLOGÍA SOLAR; TAUROBOLIO; ASIA MENOR IV, 2.
BIBL.: A. ALVAREZ MIRANDA, Las religiones mistéricas, Madrid 1960, 186-196; E. WUEST, Mythras en RE 15,2,2131-2155; F. CUMONT, Textes et monuments figurés relatifs aux mystéres de Mithra, II, Bruselas 1886-89; G. LAFAYE, Vinitiation mithraique, Public. Musée Guimet, 18, 1906; K. PRUMM, Mystéres en DB (Suppl.) 6,136-151; N. TURCHi, Fontes historiae mysteriorum, Roma 1923, 224 ss.; G. WIDENGREN, Stand und Aufgaben der iranischen Religionsgeschichte, «Numen» 1 (1954) 16-83.
M. GUERRA GÓMEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991