MOUNIER, EMMANUEL
Filósofo cristiano atento sobre todo a la problemática social y política.
Fundador del movimiento personalista. N. en Grenoble el 1 abr. 1905; m. el 22
mar. 1950 en París.
Datos biobibliográficos. Nacido en una familia modesta, se complace M. en
señalar que sus cuatro abuelos eran campesinos, curtidos por el trabajo y con el
contacto con la Naturaleza, personas de alma sencilla, con sentimientos tan
nobles como profundos. Se siente vinculado a esa trayectoria hereditaria, y
anudará siempre M. vida y pensamiento, escritos y acción social en su propia
persona, considerándose militante de ideas trasformadoras como el labrador que
siembra y cultiva. «Ante el espantoso espíritu de los serios, siento que un
abuelo reacciona en mí, su salud circula por mis venas, el aire de los campos me
purifica los pulmones, y doy gracias», escribió antes de su muerte a un amigo.
Un tono triste invadió su personalidad desde niño. Pudiera atribuirse a su casi
ceguera total de un ojo, ya de nacimiento, pero agravada posteriormente. Debe
añadirse su deficiente audición, que ha contribuido a su tendencia a la
introversión y a un cierto aislamiento. Sin embargo, fue siempre un compañero
generoso y cordial.
Terminado su bachillerato en Grenoble, se marcha a París a estudiar
medicina, por iniciativa de sus padres. Después de dos años, abandona la carrera
para seguir su vocación auténtica de filósofo. Su maestro primordial fue el
pensador católico Chevalier. Terminada la carrera de filosofía, M. fue encargado
de cátedra en la Universidad. Como influencia decisiva cuenta Péguy (v.) y
figuran como amigós entrañables Georges Barthélemy, Jean Guitton y Maritain
(v.). El proyecto de tesis doctoral apuntó primero al tema de la mística
española e hizo un viaje a España en la primavera de 1930; pensó, después, en el
tema del pecado; y, por último, la realizó sobre el Pensamiento de Charles Péguy
(1931). Para realizar una acción intelectual de la máxima eficacia, se propone
crear una revista de largo alcance. Esta idea madura en colaboración con Georges
Izard y André Déléage. En 1930 tiene en la mente el título de «Univers», pero se
decide por «Esprit». El primer número de «Esprit» se publica en octubre de 1932.
Es un momento dilemático, porque supone un cierto progresismo cristiano, que
suscita algunas oposiciones. En su causa militan pensadores de distinta
ideología: Izard, Déléage, lean Lacroix, Berdiaeff, etc. Maritain y Frangois
Mauriac se distancian en cambio de ella. El arzobispo de París exige un informe
sobre el contenido de la revista. En 1936 se habla de una condena de Roma, pero
no se produce. En 1940 es prisionero de los alemanes. Se había casado en 1938.
El régimen de Vichy le prohíbe publicar la revista el 25 ag. .1941. Es
encarcelado el 21 en. 1942; en libertad provisional, el 21 de febrero; de julio
a octubre, de nuevo en prisión. Se celebró proceso contra él del 19 al 26 de
octubre, en el que fue absuelto.. En diciembre de 1945 reanuda una nueva etapa
de «Esprit». Su muerte fue debida al agotamiento, con una crisis cardiaca, a los
45 años de edad.
Sus obras reflejan cada una de ellas un momento de su trayectoria
filosófica y de su compromiso vital: La pensée de Charles Péguy, 1931;
Révolution personnaliste et communautaire, 1935; De la propriété capitaliste á
la propriété humaine, 1936; Manifeste du servcce du personnalisme, 1936
(Manifiesto al servicio del personalismo, Buenos Aires 1965); L'af frontement
chrétien, 1944 (El afrontamiento cristiano, México 1964); Montalembert (1945);
Paci f istes ou bellicistes? 1946; Liberté sous conditions, 1946 (una parte
traducida como Personalismo católico), México 1940; Traité du caractére, 1946;
Introducción aux existentialismes, 1946 (Introducción a los existencialismos),
Madrid 1949; Qu'est-ce que le personnalisme? (¿Qué es el personalismo?, 1947,
Buenos Aires 1956); L'éveil de l'Afrique noir (El despertar de África negra),
1948; La petite peur du XXe siécle, 1948 (El miedo del siglo XX, Madrid 1957);
Le personnalisme (El personalismo), 1949; Feu la Chrétienté, 1951 (Fe cristiana
y civilización, Madrid 1958); El compromiso de la acción (extractos), Madrid
1967. Una edición completa de sus obras, con amplias notas e índices, es Oeuvres
complétes, 4 vol., París 1961-63.
Las dimensiones de la persona: personalismo y transpersonalismo. Siempre
distinguió M. entre filosofía y sistema: el personalismo (v.) es una filosofía,
pero no es un sistema, porque siempre está abierto a la penetración en la
intimidad y misterio de la persona humana. Su autodefinición es ésta: «su
afirmación central es la existencia de personas libres y creadoras; introduce en
el corazón de estas estructuras un principio de imprevisibilidad que disloca
toda voluntad de sistematización definitiva» (El personalismo). En el
personalismo de M. está implícita una metafísica de la persona, de los valores,
de la historia, del conocimiento y del ser (Paul Ricoeur); es una postura
eticometafísica: rehusar el modernismo y desprenderse del integrismo; superar el
materialismo exteriorizante y el espiritualismo cerrado. Estudia a la persona en
escorzo: 1) como vocación (dimensión espiritual hacia lo universal), 2)
encarnación (dimensión espiritual hacia abajo), 3) comunión (dimensión
espiritual hacia lo ancho). La persona trasciende mi individualidad, mi
conciencia y mi personalidad, de ahí que el personalismo se define por un
transpersonalismo: persona y comunidad son contrarios completantes dentro de la
dialéctica del amor («existir es amar»).
La persona se desborda y se traspasa (trans-pasa) dentro del campo de la
comunicabilidad de los valores, que la ponen en trance de una continua actividad
creadora: «La persona es, en definitiva, movimiento hacia un transpersonal, que
lo anuncian a la vez la experiencia de la comunión y la de la valorización» (El
personalismo). La persona, al comunicarse, se eleva, y se transforma.
Y la persona se mide por sus actos originarios, que M. reduce a cinco
fundamentales: salir fuera de sí, comprender, tomar sobre sí, dar y ser fiel.
Son captables mediante una fenomenología de su comportamiento original dentro
del mundo. Y serán cinco las formas exclusivas de existencia que la persona
aporta con su presencia en el mundo. Estas cinco virtualidades personales pueden
concretarse en un axioma establecido por M.: «la persona se gana perdiéndose; se
posee, dándose». Ser persona (v.) sin dejar de ser individuo (v.) es la
afirmación capital mantenida por M. al hacer del principio de comunicación un
correlativo del principio de individuación dentro del hombre.
Como valoración final, cabe decir que M. intenta poner en marcha un
pensamiento cristiano, que enraizado en las mejores esencias del Evangelio,
pueda comprometerse con lo social; de ahí su Manifiesto personalista para hacer
frente al Manifiesto comunista. Su obra, no exenta de límites, ha impulsado a
diversas generaciones de cristianos, y continúa influyendo actualmente.
V. t.: AUTONOMÍA I; EXISTENCIALISMO II; HUMANISMO 1, 1; PERSONALISMO.
BIBL.: Para hibl. general: número especial de «Esprit», 1950 (Freidlender y Clarac la recogen); «Bulletin des Amis d'Emmanuel Mounier» (prolonga lo recogido en «Esprit»). Como panorámica general: número especial de «Esprit» como homenaje, 1959; Presencia de Mounier, Barcelona 1966; L. GUISSARD, Emmanuel Mounier, Barcelona 1965; J. CONHIL, Emmanuel Mounier, París 1966; C. Moix, El pensamiento de Emmanuel Mounier, Barcelona 1963; 11 messaggio personalista di Mounier, Milán 1959; L. BRAEGGER, Die person im Personalismus von Emmanuel Mounier, Friburgo 1942. Estudios monográficos; C. DíAZ, Personalismo obrero, Madrid 1969; J. M. DOMENACH y J. GOGUEL, Pensamiento político de Mounier, Madrid 1966.
F. VÁZQUEZ FERNÁNDEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991