Santiago el Mayor, Apóstol
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Es un hecho innegable que el apóstol S. está ligado a la historia religiosa,
cultural, social y política de España. Tal hecho se funda en la doble creencia
de que España fue evangelizada por S. y posee sus reliquias.
1. España, evangelizada por Santiago. Aparte de la
afirmación de San jerónimo (y otros Padres y de algunos apócrifos) sobre la
evangelización de España por alguno de los Apóstoles (PL 24,425; PG 39,486-487;
etc.), el primer testimonio se encuentra en la traducción latina (s. vii) del
Breviarium Apostolorum (ms. bizantino): «Hic (Iacobus) Spaniae et occidentalibus
locis praedicat», «Este (Santiago) predica en España y lugares occidentales». La
frase se tiene por añadidura del traductor latino (cfr. Lipsiusbonnet, Acta
Apostol, apocrypha, 11,2, Braunschweig 1884, 214). Parece que de aquí lo tomó el
De ortu et obitu Patrum (s. VII) atribuido a S. Isidoro de Sevilla, con
interpolaciones del s. VIII (cfr. PL 83,151).
Según Duchesne el Breviarium influyó en Aldhelmo, abad de Malmesbury (709), que
en sus inscripciones métricas para los altares de los Apóstoles (s. VII) dice de
S.: «Primitus hispanas convertit dogmate gentes» (PL 84,229; cfr. Duchesne, Les
anciens recueils de légendes apostoliques, Bruselas 1894). Del Breviarium parece
depender también el Beato de Liébana, Apocal. (a. 776); e Himno (a. 786), que le
da entrada en la Liturgia: «Regens Iohannes dextera solus Asiam eiusque frater
potitus Spania» (J. Pérez de Urbel, «Hispania Sacra» 4, 1952, 4-19).
Los historiadores suelen aducir en contra que S. Julián de Toledo en De
comprobatione aetatis sextae (2,9, 13) utiliza el Breviar. Apost. y no menciona
lo de la predicación de S. en España (PL 98,565); y que la Carta al Papa Juan
XII (anónimo tarraconense del a. 962, atribuido a Cesáreo, abad de Montserrat)
la niega (cfr. Flórez XIX,370-375). En esto como en la actitud toledana del s.
XIII (cfr. J. Rivera, «Hispania Sacra» 4, 1951, 2-3) parece influir la
controversia de preeminencia entre Santiago de Compostela, Tarragona y Toledo.
La predicación de S., ya pormenorizada con la venida de la Santísima Virgen en
carne mortal a Zaragoza, aparece más tarde (documentos del s. XIII; cfr. Flórez
XXX, 426-28).
En tal estado de la cuestión, nada tiene de extraño la actitud vacilante de
Baronio en sus Anales: admitiendo (1586-88) y negando (1600); ni la de las ed.
del Brev. Romanum: la Clementina, dirigida por Baronio, que lo da por tradición
propia de España (1602); la de Urbano VIII (1631) en que se suprime «propia de
España», bajo presión española (cfr. Z. García Villada, Histor. ecles. de,España,
1,1,30-41); ni la de los historiadores extranjeros, en general.
2. Las reliquias de Santiago. El hecho en sí puede
ser independiente del de su predicación. Documentos auténticos atestiguan que
desde comienzos del s. ix, los contemporáneos estaban convencidos de que allí se
veneraban sus reliquias:
1) El Martirologio de Floro de Lyon (808-838). Pocos años posteriores al
descubrimiento del sepulcro de S. (812-14) como consta documentalmente. «Huius
beatissimi Apostoli sacra ossa, ad Hispanias translata, et in ultimis earum f
inibus, videl contra mare britannicum condita, celeberrima illarum ..gentium
veneratione excolluntur» (Quentin, 372; Barrau-Dihigo, Bull. hispanique, 1942,
268).
2) Odón (850-860): Libellus de festivit. SS. Apostol. (PL CXXII1,183) repite lo
mismo. Ambos fijan el 25 jul. como festividad de Santiago.
3) Alfonso III el Magno (866-910) hace donaciones «sancto et Dei martyri
glorioso... nobisque, post Deum, piissimo patrono... Iacobo Apostolo, cuius
sancta et venerabilis ecclesia sita est in locum arcis marmoricis, ubi corpus
eius tumulatum esse dignoscitur, territorio Galleciae» (cfr. A. L. Ferreiro,
Historia de la I. de S., II, Apénd. XVIII, XIX, XXI y XXII).
4) La Littera Leonis (Carta del Seudo León): León III (795-816), que es el
primero que trata del sepulcro de S., nos dice casi lo mismo: «... corpus eius
tumulatum est sub arcis marmoricis; ... tres discipuli cum eo in eodem loco
sortem habent requiescendi...» (cfr. A. Mundo, El cod. Parisinus lat. 2036 y sus
añadiduras hispánicas, «Hispanica Sacra» 5, 1952, 67-78; transcripción hacia el
año 1000).
5) La Concordia (1077) entre Diego Peláez, obispo de Compostela, y Fagildo, abad
de Antealtares (cabe la iglesia de Santiago) nos relata ya el descubrimiento del
sepulcro en tiempo de Alfonso II el Casto: El obispo Teodomiro de Iria Flavia
(812-830), guiado de noche por milagrosas luces, «invenit B. Iacobi sepulchrum,
marmoricis lapidibus contectum» (A. L. Ferreiro, III, Apénd. 1).
6) La Historia Compostelana (Flórez X,8) describe el sepulcro hallado de modo
parecido: «... quandam domunculam marmoream, tumbam intra se continentem» (el
Tumbo A, cod. s. XII; Catedral de Compostela). Tanto esta obra escrita por
encargo de D. Gelmírez (1102) como el Chronicon Iriense (s. XI-XIII) añaden una
fecha más exacta del hallazgo: «en tiempo de Carlomagno» (814).
7) El Liber Sti. Iacobi (codex Calixt.) compilado en 1140 (BHL 606 n° 4067)
describe el sepulcro como «parva arcuata domus» (3,408).
Afirmaciones de contemporáneos, confirmadas -según se dice- por las excavaciones
de 1878-79 y 1946-59 (cfr. J. Guerra, «Ciencia Tomista» 80, 1960, 97-168;
269-324).
3. Patrón de España. Desde el s. IX consta
documentalmente tal patronazgo. En el himno «O Dei Verbum, Patris ore proditum»,
compuesto reinando Mauregato (783-788), se llama a S. «Caudillo refulgente de
España, defensor poderoso, patrono familiar» y se le pide: «asiste piadoso a la
grey, que te ha sido encomendada» (cfr. J. P. Gilson, The Mozarabic Psalter,
Londres 1905, 208-10).
La protección dé S. se convirtió en hechos, p. ej., las apariciones en la
batalla de Clavijo (834) y en otras (cfr. Hist. Silénse, s. XII, ed. Pérez de
Urbel, 192).
Según la narración legendaria de la batalla de Clavijo, S. se apareció en sueños
a Ramiro I, prometiéndole la victoria: «... y, para que no haya lugar a duda,
vosotros y los mismos sarracenos me veréis sobre un caballo blanco, en imponente
aspecto y llevando un gran estandarte blanco» (o. c. en bibl., 1,134). El Rey
vence al grito de Adiuva nos D. et Ste. Iacobe! (R. Ximénez de Rada, De rebus
Hispaniae, s. XIII 4,15). «Y Santiago con una espada en la mano desbarata 'el
ejército de los infieles» (cfr. Alfonso X el Sabio, Crónica general de España,
ed. R. Menéndez Pidal, 560 ss.). Tal representación de S. se hizo popular: era
el miles Christi y los cristianos decían como grito de batalla «Santiago y
cierra España».
Un voto del rey en Clavijo habría originado el Voto de Santiago, ratificado por
muchos Papas, desde el s. XII al XVIII (cfr. J. Guerra XVI-XVIII) y que,
suprimido por las Cortes de Cádiz, fue repuesto en 1939.
A raíz del hallazgo del sepulcro, la devoción a S. se difundió desde Galicia a
la España cristiana y a toda Europa.
4. Las peregrinaciones. Comienzan a afluir de España
y de Europa. El escritor árabe Ibn Dihya (1235) informa de peregrinaciones en el
s. IX. La Carta de Alfonso III, al Clero y Pueblo de Tours en 906 (L. Ferreiro,
I, Ap. 27, 57-60) muestra la fama de S., al comenzar el s. X.
A comienzos del s. Xl son numerosas las peregrinaciones de Francia, Alemania y
Flandes. En Alemania España era Jakobsland=Santiagolandia (L. Vázquez de Parga,
Las Peregrinaciones... 1,47-51). Consecuencia de ellas fueron la ciudad de
Santiago de Compostela (v.) y el Camino de Santiago (v.).
Las peregrinaciones a Santiago tuvieron Bula (como la Cruzada) y guía de
peregrinos. La Historia Compostelana da por cosa sabida el gran número de
peregrinos a comienzos del s. XII. El obispo Gelmírez (v.) debió de ser el
principal promotor, al obtener de Calixto I I (1119-24) las Indulgencias
jubilares, declarando Año Santo Compostelano aquel en que el 25 de julio,
festividad de S., cayese en domingo. Privilegio excepcional, confirmado por
sucesivos Papas y otorgado a perpetuidad por Alejandro III el 25 jul. 1179 (cfr.
J. Guerra, Roma y Santiago, 1954, 29-31, nota).
Las peregrinaciones continuaron hasta el s. XVl, en que decayeron, aunque nunca
cesaron del todo (cfr. Vázquez de Parga, 111,80-100). El examen del sepulcro en
las excavaciones de 1878-79 y la Bula Deus omnipotens de León XIII sobre la
autenticidad de las reliquias reavivó algún tanto las peregrinaciones,
fomentadas en los últimos años.
V. t.: APÓSTOLES; CAMINO DE SANTIAGO.
J. A. OÑATE OJEDA.
BIBL.: V. ERMONI, en F. VIGOUROUX, la Bible; J. CONZÁLEZ-ECHEGARAY, Santiago el
Mayor, en Enc. Bibl. VI,473-476; H. LECLERCQ y F. CABROL, en DACL VI1,2089-2109
y V,412-414; J. FERNÁNDEz ALONSO, en Bibl. Santt. VI,364-388; A. LóPEz FERREIRO,
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URBEL, orígenes del culto de Santiago en España, «Hispania Sacra» 5 (1952) 1-31;
J. GUERRA CAMPOS, Roma y Santiago, Santiago 1954; T. D. KENDRICIC, St. James in
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Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991