Santidad, Sectas de
Entendemos por sectas de la santidad o de- la
santificación a aquellas sectas que, con aire de exaltación, creen en una
perfección ética de sus miembros en la tierra, como si al regenerado le hubiesen
sido perdonados de antemano todos los pecados en virtud de la muerte y
resurrección de Cristo; o que se sienten cual selección de santos unidos
esponsalmente a Cristo y creen que les amanecerá un nuevo Pentecostés con los
carismas del cristianismo primitivo;, o que pretenden representar, al unirse a
su fundador, una comunidad especial de santos, ya que adoran en él a una nueva
encarnación de la divinidad. A estas últimas hay que considerarlas también como
un grupo especial de las sectas de salvación (v.), porque ven en su fundador al
auténtico salvador que trae la salud al mundo; algunas tienen también analogías
con ellas por sus aspectos teosóficos y panteístas.
Las sectas de la santidad tienen un origen muy diverso: algunas arrancan del
pietismo (v.) o del metodismo (v.); otras de las ideas escatológicas
apocalípticas propias de los adventistas (v.) y los Testigos de Jehová (v.); o
de doctrinas neognósticas; o, finalmente, como el movimiento de Pentecostés, de
las tendencias perfeccionistas carismáticas. La idea fundamental que siempre
predomina es la de representar una comunidad de perfectos, de elegidos, un grupo
esotérico de cristianos. En algunos puntos presentan analogías con el quietismo
(v.).
1. Comunidad de fe apostólica. Entre los grupos de la santificación nacidos de las ideas pietistas, es característica la pequeña secta llamada desde 1947 Comunidad de f e apostólica. Su fundador y director fue Philipp Táffler, de Güppingen. Pretende llevar consecuentemente al último extremo la doctrina de Lutero sobre el Dios que todo lo opera por sí mismo. Pero Lutero tenía conciencia viva y palpitante del pecado y sentó para los justificados el principio: Simul justus et peccato. En cambio, la Comunidad de f e apostólica enseña lo contrario. Según ella, Lutero condujo a los hombres sólo hasta el Viernes Santo; pero no hasta Pascua y Pentecostés, de modo que la doctrina de la justificación luterana es doctrina del demonio. Frente a Lutero dicen que al regenerado en Cristo y en el Espíritu Santo le son perdonados de antemano y de una vez para siempre todos los pecados en virtud de la muerte sacrificial, de las heridas, de la sangre y de la resurrección de Cristo. Por eso el regenerado ya no necesita rezar el Padrenuestro, enseñado por Cristo antes de su muerte redentora; o por lo menos no tiene que recitar la quinta petición referente al perdón de los pecados, ya que -dicen- «nosotros vivimos en cuanto santos en la santidad». Ningún pecado le es ya imputado al regenerado, pues está «bajo la gracia del perdón». Sus pecados, incluso los futuros, «están perdonados y borrados para siempre», solamente así es él un auténtico redimido en Jesucristo y vive completamente en la fe y de la fe en esta redención. Quien no tiene esta fe es un incrédulo; por eso hay que rechazar a todas las iglesias como no cristianas.
2. Sociedad de Keller. De la expectativa escatológica, expuesta ya por los adventistas y por los escudriñadores de la Biblia (v.) en el s. xix, surgieron en épocas recientes ciertos grupos sectarios que han tratado de basar en la Biblia un plan divino especial sobre la salvación, y cual «comunidad esposa» de Cristo se han arrogado un perfeccionismo propio. Una secta característica de esta tendencia es la llamada Sociedad de Keller, creada por un antiguo católico de la Suiza alemana, Johannes E. Keller (m. 1950). Con motivo de un viaje a América recibió influencias escatológicas adventistas y desarrolló su sistema sobre el plan salvífico de Dios basándose en el libro de Daniel y en el Apocalipsis. Los resultados de sus interpretaciones aplicados a la historia del mundo son científicamente falsos; y sus doctrinas escatológicas han sido ya desmentidas por los hechos. Su doctrina sobre la regeneración se expresa en afirmaciones como las siguientes: «La fe en Jesucristo debe conducir a descargar completa y permanentemente la conciencia del fiel de toda culpa». «No se mira ya más a lo que uno es según la carne, puesto que se ve todo esto como resuelto ya en la cruz de Jesús. Uno se contempla más bien como no responsable ante Dios gracias a Cristo». «Los santificados quedan hechos perfectos para siempre en el sacrificio único. Conocer la redención significa ver que mi cuerpo está puesto bajo el pecado, que el pecado habita en este cuerpo; pero significa también el reconocimiento de que Jesús, mediante su nacimiento humano, ha tomado mi cuerpo del pecado y lo ha llevado sobre la cruz, que fue sepultado y de este modo fue apartado el cuerpo del pecado».
3. Nueva Iglesia. Con este nombre se conoce la secta fundada por el sueco Emmanuel Swedenborg (m. 1772), cuya filosofía de la naturaleza, inclinada al vitalismo, influyó no poco sobre Goethe, Schelling y otros autores del s. XIX (v. SWEDENBORG; SWEDENBORGIANOS).
4. Sociedad de la Nueva Salem. Las ideas de
Swedenborg, de Bbhme y de otros místicos de tendencia gnóstica y teosófica
alimentaron una nueva formación, llamada Sociedad de la Nueva Salem, de la que
fue fundador el músico Jakob Lorber, nacido en Steiermark en 1800. A la edad de
cuarenta años creyó percibir en su interior una progresiva revelación de Dios.
Desde entonces fue escribiendo los pensamientos teosóficos-cosmológicos que
afloraban a su alma, hasta redactar una obra amplísima de especulaciones
gnósticas en 25 volúmenes. Murió en 1864. Bajo el influjo de sus teorías, se
formaron en Alemania, Austria, Hungría, Suiza, Italia y USA, las llamadas
Asociaciones de la Nueva Salem, con independencia unas de otras. En Bietigheim
de Württemberg se formó la Lorber-Werlag, una editorial propia que desde 1921
publica la revista «Das Wort-Blatti;r zur christlizchen Erneuerung» («La
palabra. Hojas para la renovación cristiana»). En 1937 fue prohibida en Alemania
por el régimen nacional-socialista la Sociedad de la Nueva Salem, pero volvió a
surgir en 1945 con el nombre de Sociedad Lorber; sus miembros se conocen también
bajo el título de Amigos de la nueva luz.
Según la doctrina de Lorber, Dios es una fuerza primitiva autoconsciente,
perfecta, que desde toda la eternidad llena el espacio infinito. La esencia más
íntima de Dios es amor (Padre), sabiduría (Hijo) y voluntad (Espíritu). Dios
separó de sí a un mundo de espíritus primitivos, que recibieron de pl una vida
propia, libre. Bajo la guía de Lucifer una parte de estos espíritus primitivos
descendió del amor de Dios y se congeló en el egoísmo, y de aquí surgieron las
«nubes elementales de la materia». Pero la misericordia de Dios, mediante los
espíritus puros que habían permanecido fieles, inició la reconquista de los
espíritus caídos. En este proceso de salvación se originó de las nubes
elementales, es decir, de los ángeles caídos, la creación material en sus
diversos estratos. En la cumbre de esta evolución está el hombre. Su cuerpo
pertenece a los elementos contrarios a Dios; pero la sabiduría de Dios lo
condujo a una vida orgánica con un alma imperfecta en cuyo fondo ciertamente
habita la chispa primitiva nacida un día de Dios. En Jesucristo, Dios reunió su
esencia más íntima: amor, sabiduría y voluntad, con la materia organizada y
animada en el hombre. Jesucristo recorrió el camino de la expiación; en su alma
transfigurada, Dios se hizo desde entonces accesible y captable por todo hombre
que vence el egoísmo y se esfuerza para que el amor de Dios y del prójimo reine
plenamente en él. La Sociedad de Lorber establece exigencias morales muy
elevadas: sostiene que sólo una pequeña parte de la humanidad recorrerá en la
tierra la senda de la perfección: los demás también serán salvados, pero sólo en
la otra vida; a través de muchas pruebas en largos periodos de tiempo y con la
ayuda de los espíritus puros del otro mundo.
5. La Antroposofía. Esta comunidad presenta más el carácter de una antropología cósmico-perfeccionista que el de una Teología cristiano-gnóstica. De hecho hasta en su mismo nombre evita mencionar lo divino. Fue su fundador el neognóstico Rudolf Steiner (m. 1925). A través del materialismo y del haeckelianismo llegó a la teosofía tratando de configurar la nueva teosofía india bajo la forma de un «cristianismo esotérico» para superar así el materialismo contemporáneo. En 1913 fundó la «Sociedad antroposófica», cuyo centro radicaba en el «Goetheanum» de Dornach (Suiza) como «Universidad libre para ciencias del espíritu». Mediante el ensimismamiento por caminos de devoción, concentración, meditación, imaginación e inspiración, creía llegar a una contemplación directa y clara de la esencia humana y de su misteriosa organización de cuerpo, alma y espíritu y de la correspondiente evolución del universo, a su juicio septenaria. En una de las siete épocas de la Tierra, la grecorromana, vino Cristo a este mundo. Cuando el bautismo de Cristo en el Jordán, el Cristo ultraterreno se unió al hombre Jesús terreno; se separó de él nuevamente al morir en la cruz sobre el Gólgota, para unirse desde entonces cual «espíritu terrestre» con la tierra y el cristianizar todo elemento terreno haciendo fluir su sangre sobre la tierra. De este modo -concluye- la materia queda espiritualizada y el hombre es hecho capaz de elevarse desde la fe a nuevas revelaciones acerca del pasado y el futuro; idea que completa con la doctrina de la reencarnación. En realidad, la Antroposofía no es una religión, y menos una religión cristiana; es una pseudoantropología, que niega la diferencia esencial entre espíritu y materia y la personalidad de Dios. Las doctrinas fundamentales del cristianismo o son negadas o son deformadas en sentido panteístico-ocultista.
6. Comunidad Cristiana. Un predicador protestante,
Friedrich Rittelmeyer (m. 1935), basándose en la antroposofía de Steiner, dio
origen a lo que quería ser una «tercera Iglesia» -junto al catolicismo y
protestantismode tipo superconfesional, a la que denominó Comunidad Cristiana.
Debía ser una comunidad de los elegidos cuyo objetivo fuera hacer que el
cristianismo renovara eficazmente la vida moderna. Por eso a los miembros de la
Comunidad Cristiana no se les pide salir de sus confesiones originarias, sino
formar entre sí una comunidad que lleve de forma eficaz a toda la humanidad la
acción redentora de Cristo, el cual espiritualizó la tierra en el sentido de la
antroposofía. Rittelmeyer se constituyó archidirector de la comunidad cristiana.
Bajo su sucesor Emil Bock, en 1941, fue prohibida por el régimen
nacionalsocialista. En 1945 volvió a surgir con más pujanza que antes, incluso
en el plano internacional, aunque su número de miembros no es grande en
Alemania, y menos en los demás países (Suiza, Holanda, Austria, Inglaterra,
Francia y USA). El centro fue desde el principio Stuttgart, con la Urachhaus.
Aunque inspirada en Steiner -que además intervino activa y sustancialmente en la
fundación- la Comunidad Cristiana no sigue enteramente la pauta de la
Antroposofía, si bien toma los mismos hechos de la Historia Sagrada del
cristianismo para interpretarlos, mejor dicho, para deformarlos bajo una
ideología cósmica antroposófica del pecado y de la redención; sostiene que la
causa eficiente del mundo es «un ser divino omnipotente, físico espiritual».
Cristo -al que describen como «espíritu solar»- está en relación con esa primera
causa en la relación de hijo engendrado desde toda la eternidad. Mediante el
Espíritu Santo, Cristo vino a la tierra, se preparó en Jesús, hijo de María, la
envoltura para su existencia terrena «a fin de curar espiritualmente la
enfermedad pecaminosa del elemento corpóreo de la humanidad». Murió en la cruz,
venció a la muerte a los tres días, y desde entonces es «el Señor de las fuerzas
celestes en la tierra y vive como ejecutor de los actos de configurar los
mundos». Por él opera el Espíritu Santo para reunir con él a los hombres que se
dejan arrancar por Cristo a la muerte de la materia. La soteriología de la
Comunidad Cristiana es en realidad una especie de cosmología panteísta, parecida
a la de Steiner, aunque se diferencia de ella porque sitúa la vía hacia la
salvación no en un proceso de meditación, sino cultual o ritual. La redención
-dicen- fluye para el hombre a través de siete estadios, a los que se llama
siete sacramentos: el bautismo, en el que el hombre recibe las fuerzas divinas
que Cristo ha comunicado a la tierra y que mediante los tres elementos: agua
(símbolo de Cristo), sal (símbolo del ser divino que paternalmente conserva) y
ceniza (símbolo de la fuerza ígnea del Espíritu Santo) son entregadas a la
criatura humana en su espíritu, en su alma y en su cuerpo; la confirmación, que
se administra al bautizado a los catorce años; la confesión, que consiste en un
coloquio pastoral del penitente con un director o sacerdote y que sólo tiene un
valor psicológico; el acto de consagración del hombre -especie de imitación de
la misa- con la que, afirman, la esencia de Cristo debe penetrar dentro del
hombre hasta su ser corpóreo; etc. Aunque usa la terminología
cultual-sacramental cristiana, la Comunidad Cristiana no constituye una
confesión cristiana, sino una secta neognóstica que sostiene un mito natural en
un marco cristiano y da así la impresión de un cristianismo esotérico.
7. Iglesia católica liberal. Una secta parecida a la
Comunidad Cristiana fue fundada en 1916 por el obispo inglés viejo-católico
James I. Wedgwood (v. VIEJO-CATóLICOS). Wedgwood había recibido la ordenación
sacerdotal en Londres del obispo viejo-católico Mathew; y la consagración
episcopal del sucesor de éste, el obispo viejocatólico Frederick S. Willoughby.
Esta fecha es considerada como el día natalicio de la Iglesia católica liberal.
Poco después de su consagración, se dirigió a Sidney (Australia), donde junto
con el dirigente de la Teosofía, Charles W. Leadbeater, elaboró las ideas y el
culto de la nueva comunidad. Leadbeater asumió la dirección de la Iglesia
católica liberal para Australia; mientras que Wedgwood continuó viaje a los
Estados Unidos, donde en 1919 fundó una provincia eclesiástica propia de la
nueva comunidad bajo un obispo regional. En los años siguientes la Iglesia
católica liberal se propagó por diversas ciudades de Inglaterra y de África del
Sur. En 1924 fue consagrado un obispo regional propio para Holanda y las Indias
holandesas. En Francia, juntamente con círculos liberales de la comunidad
viejo-católica de París, se constituyó la Église libre catholique; en 1926
apareció en Düsseldorf una comunidad alemana de la LiberalKatholische Kirche.
Esta comunidad, que predicó su doctrina como cristianismo esotérico, no ha
llegado a tener muchos adeptos en ninguna parte. En realidad, se trata de una
secta neognóstica teosófica bajo la capa de las acciones sacramentales
católicas, al estilo de la Comunidad Cristiana; sólo que en esta secta aparece
todavía más fuerte el sello panteístico. El espíritu mundanal -dicen- se ha
manifestado en el hombre, el cual, por tanto, tiene la misma esencia que aquél.
En Cristo, el espíritu cósmico absoluto descendió a la materia terrenal;
superando a ésta e instruyendo sobre las leyes de la evolución cósmica, llevó a
cabo la redención. En el hombre lo absoluto está atado por la materia. Para
librarlo, el hombre debe penetrar en lo divino que vive en él, siguiendo los
principios éticos de Cristo y usando de los ritos instituidos por El. Mantienen
los siete sacramentos y los administran siguiendo escrupulosamente el rito
católico, aunque dándole la interpretación panteísta señalada.
8. Movimiento de Pentecostés. Dentro de las sectas de santificación pueden mencionarse los numerosos grupos del movimiento de Pentecostés. Se trata de comunidades perfeccionísticas, que aspiran a que los elegidos sientan directamente la gracia de la tercera persona divina y a que reviva la actividad externa del Espíritu Santo en los carismas del cristianismo primitivo (don de lenguas, profecía y curaciones). Mediante el «bautismo de espíritu», que presupone el bautismo de agua, los miembros creen recibir la completa pureza del corazón y la abundancia del Espíritu Santo (v. PENTECOSTALES).
KONRAD ALGERMISSEN.
BIBL.: K. ALGERMISSEN, Iglesia católica y
confesiones cristianas, Madrid 1964, 1260-1300 (con abundante bibl.).
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991